domingo, 6 de julio de 2008

La Prima - Primera Parte

Sonia no vió la pequeña motito hasta que fue demasiado tarde y la golpeó con su Volkswagen escarabajo....maldijo por lo bajo, por ser tan apurada y querer ganarle al semáforo, debió detenerse al ver la luz amarilla. Bajó de inmediato del coche a auxiliar a la persona que conducía la motito, que estaba en el piso...preocupada se cercioró que respiraba y se estaba moviendo.
- Tranquilo...llamaré a la emergencia...

Quién conducía la motito se quitó el casco, y el cabello largo y castaño bajó hasta los hombros...era una muchacha, joven, con un gesto de dolor en la cara, que se sentó para tomarse el pie izquierdo. Luego miró la motito con gesto desolado, y la bolsa con correspondencia esparcida en la calle.

- Tengo que juntar las cartas...

- Tranquila, hay tiempo...tenemos que llamar una emergencia...quédate quieta.

Desde su teléfono móvil llamó primero a una emergencia médica y luego a su asegurador. Luego se puso en cuclillas junto a la joven, que parecía algo mareada y muy asustada.

- ¿Quieres llamar a alguien?.

- Tengo que avisar en la empresa de esto...para que envíen a juntar la correspondencia...

- Yo lo haré...me refiero a familiares.

- No tengo familia aquí...soy del interior.

- ¿Alguna amiga?.

- No...no tengo amigas aquí.

- ¿Cómo te llamas?.

- Verónica Castro...pero no soy la actriz respondió la joven. Sonia sonrió, era increíble que aún en esa situación la otra mantuviera el sentido del humor.

Sonia tomó uno de los sobres del piso y llamó a la empresa de reparto de correspondencia, dándole los datos del cruce donde estaban. Llegaron casi al mismo tiempo la emergencia, la gente de la empresa y el móvil del seguro. Respondió preguntas mientras la emergencia atendía a Verónica. La gente del seguro tomó fotografías y pidió los datos de ambas....fue entonces que Sonia supo que la motito no estaba asegurada, y se sintió apenada...la verdad es que había llevado la peor parte en el choque...y era por su culpa, por querer llegar al Juzgado mas temprano.

Vió que la gente de la emergencia ponía a Verónica en una camilla y fue con ellos.

- ¿Dónde la llevan?.

- A un hospital...tiene una lesión en el pie, necesita atención...esta muy dolorida y asustada.

- Díganme a cual irán.

- Al Central...ya hemos hablado allí.

- Bien....yo iré mas tarde.

Sonia completó el papeleo, habló con la gente del seguro, hizo que llevaran la motito a su taller de confianza. Fue hasta el Juzgado a dejar los expedientes que cargaba en el Volkswagen y de ahí al hospital. Verónica ya estaba ingresada y con el pie enyesado, según le explicaron (pensando que era un familiar) tenía una lesión en el cuello del pie, y para unas seis semanas de yeso para recuperarse. Pasó a ver a la muchacha, que estaba pálida, aunque ya no se veía tan asustada, tendida en una cama de la sala general.

- Me siento terrible...no sé cómo disculparme, creo que debes tener ganas de matarme.

- No...bueno, sí un poco....creo que me has trastornado la vida. Lo que me preocupa es el trabajo...no me han echado, pero gano por sobre que reparta....y serán semanas sin trabajar.

Verónica se veía realmente preocupada. Sonia bajó la cabeza...¿cómo pudo ser tan tonta?.

- Bueno, pero puedes ir con tu familia al interior mientras te recuperas....yo te llevaría con mi auto, no hay problema con eso.

- No puedo ir con mi familia. Y preferiría que no preguntaras el por qué.

- ¿Y qué harás?.

- No lo sé...realmente no lo sé. Me quedaré en la pensión...tengo tres meses pagos por adelantado...espero recuperarme....el problema es la moto. No tengo dinero para repararla...realmente es un gran lío este.

Sonia se sentía terrible. Verónica no le gritaba, ni le hacía reclamos, pero estaba en una situación muy angustiante y por su culpa. Tenía la obligación moral de ayudarla...además de que, cómo abogada que era, sabía muy bien que Verónica podía demandarle y quitarle una buena suma de dinero, ya que la responsabilidad absoluta del accidente era suya, y no tenía forma de evadirla.

Sonia había estado con una pierna enyesada cuando jovencita y sabía bien que era muy difícil que Verónica pudiera manejarse sola en un cuarto de pensión. No podía dejarle sola, mas sabiendo que no tenía amigos en la ciudad, ni familia que se ocupase de ella.

- Escucha...voy a proponerte algo. Vivo en un apartamento con dos cuartos...creo que sería conveniente que te quedaras allá mientras te recuperas. No estoy en casi todo el día, pero si hay un portero que puedes llamar...y en las noches yo estaría para ayudarte.

- No sé...ni siquiera sé cómo te llamas...no creo que fuera buena idea.

- Soy Sonia Laurenti...me gustaría haberte conocido en otras circunstancias...pero bueno, siento mucho haber trastornado tu vida, te pido que cuando menos me permitas ahora ayudarte. Sería mas cómodo para ti...y debo confesar que me sentiría menos culpable si estás en mi casa que sabiéndote sola en un cuarto de pensión y sin trabajo por mi culpa.

Verónica sonrió vagamente.... vaya que sí era sincera esa mujer.... no evadía responsabilidades, y decía exacto lo que sentía. Además debía admitir que le sería difícil estar sola en la pensión...y con poco dinero, ya que la en la mensajería le pagaban por día, pero el tratar de que la moto estuviera siempre en buenas condiciones se comía el dinero que ganaba.... así que seis semanas sin trabajar serían difíciles de superar, sin tener entradas. Por otra parte sentía que era una total locura irse a vivir en el departamento de una mujer a la que no conocía en absoluto.... mas que como conductora atolondrada de un Volkswagen bastante duro.

Sonia veía a la joven dudar, y no la culpaba...también ella sentía que quizás no hacía bien en invitar a una mujer que no conocía para nada a vivir por seis semanas en su apartamento, al que cuidaba tanto de visitantes...su casa era su refugio, su bunker...pero era responsable por la situación de Verónica.

- Escucha...sé lo que piensas...no nos conocemos para nada, no sabes quién soy ni yo sé quién eres..creo que tenemos que hacer un pacto de no agresión y convivencia pacífica en estas semanas...yo estaría mas tranquila sabiéndote con mas posibilidades de estar cuidada, y tú estarías en un lugar cómodo. Quizás hasta lleguemos a ser amigas.

- Está bien...acepto.

En realidad no tenía muchas mas opciones, la oferta de Sonia era como la tabla de salvación para Verónica. Sonia sonrió, un poco mas tranquila.

- Escucha....¿qué pasó con mi moto?

- La hice llevar a mi taller....no te preocupes, mi seguro se hará cargo de las reparaciones...estará lista para cuando puedas usarla de nuevo. Si en la empresa donde trabajas te mantienen el empleo...bueno, creo que no será tan grave el problema...te ayudaré en lo que pueda, ya que soy la responsable de ponerte en este aprieto.

- Gracias...

- No, por favor. Mañana podrás irte de aquí, me lo dijo el médico....iremos por tu ropa, y luego te instalas en mi casa.

- Está bien.

- Tengo que irme al trabajo...regresaré en la tarde. Gracias por permitir que te ayude.

Sonia se fué y Verónica la siguió con la mirada. Si estuvieran en otra situación, y si supiera que esa mujer fuera gay, ya estaría pensando en el modo de atraerla un poquito...porque le gustaba el chispeo de los ojos negros y la seguridad que tenía al hablar, además del modo de hacer que los problemas se vieran menores.

- "Una mujer así, de seguro que no es gay. Al menos debo agradecer que aunque me atropelló, me esta tendiendo la mano sino estaría metida en una situación más que difícil. Detesto estar en inferioridad de condiciones...realmente lo detesto...tan bien que me estaba yendo".

Verónica llevaba año y medio en la capital. Después de tener una discusión terrible con sus padres por su orientación sexual, descubierta del modo menos suave para ellos (leyeron unas cartas que Pía le escribiera en tono mas que amoroso), le habían dado dos opciones: o cambiaba o se iba de la casa. Verónica tomó sus bolsos, la motito que le regalaran cuando cumplió 18 años, y se vino a la ciudad. No estaba dispuesta a renunciar a su forma de sentir las cosas. Tenía 25 años, muchas ganas de pelear por vivir según su sentir, y además estaba enamorada...había conocido a Pía mientras esta veraneaba en la ciudad balnearia donde Verónica había vivido toda la vida, se habían relacionado, Pía iba frecuentemente al balneario para estar juntas...durante tres años habían vivido su relación de encuentros cada tantos meses, Verónica quería ir a la capital para estar con ella pero Pía siempre encontraba algún problema para estar juntas.

Cuando llegó a la capital con sus bolsos y su moto supo cuál era el principal problema de Pía para estar con ella a tiempo completo...Pía tenía pareja en la capital, una pareja que llevaba mas de cuatro años de existencia, una pareja a la que no quería dejar. La verdad fue difícil de digerir...sobre todo después de esperar frente al edificio donde Pía vivía por horas solo para verla llegar con la otra mujer. Pía no podía creer cuando la vio. Entró al edificio con la otra, salió unos minutos después y le dijo que la esperara en el bar que estaba a dos calles de allí. Media hora después se presentó, y solo entonces, después de tres años de relación le dijo toda la verdad. Le juró que no había querido lastimarla, que en verdad estaba enamorada de ella, pero que era demasiado débil como para cortar el vínculo que la unía con Rita...le pidió tiempo, pidió disculpas, dio excusas y explicaciones, habló por mas de una hora....pero Verónica no cedió. Aquel día dio por terminada su relación con Pía, del mismo modo en que había terminado antes su relación con Marta cuando sospecho que su compañera de estudios no asumía seriamente el hecho de ser lesbiana, sino que lo consideraba como algo que se le "pasaría" algún día.

Con un dinero que tenía ahorrado alquiló el cuarto de pensión, y consiguió el empleo en la mensajería para repartir correo privado. No era un gran trabajo, pero le permitía sobrevivir en la ciudad. Ya no podía regresar a su casa familiar por el sencillo hecho de que teniendo tan asumida su homosexualidad, no podía aceptar el regresar allá a fingir que nada pasaba y vivir según lo que sus padres esperaban.

Y se quedó en la capital a luchar. Trabajaba en la mensajería, mantenía en buen estado su moto que era la herramienta de trabajo, la herida causada por la desilusión con Pía fue cerrando...conoció algunos lugares gay que no le agradaron, a veces se sentía con ganas de comerse al mundo y otras se sentía demasiado sola. Pero cuando menos era fiel a sí misma...y eso era mas de lo que otras mujeres podía decir.

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