miércoles, 30 de julio de 2008

La Maestra Rural - Quinta Parte

Los siguientes tres meses fueron eternos para ambas. Nunca en su vida Anabel había escrito tantos e-mails como en ese tiempo... porque Gisela era una experta en tender puentes entre ellas, en hacerla sentir tan cercana como si pudiera tocarla. Se fueron contando toda su vida en esos meses... Anabel supo que el padre de Gisela había tenido que salir de Alemania por motivos políticos, que se había ido con la promesa de mandar a buscar pronto a su esposa e hija... pero el tiempo transcurrió y él no las reclamaba. Cuando la madre de Gisela murió fue su tía, que ya estaba viviendo en ese país desde hacía años, que fue a buscarla y la trajo. Solo entonces su padre fue por ella y se la llevó al pueblo. Todo eso había sido un cambio conmocionante para Gisela... cambio de país, reconocer a su padre (porque después de tantos años de no verlo ni recordaba el rostro de su padre). Desde eso alternaba nueve a diez meses en el pueblo y pasaba las vacaciones con su tía, en la capital. Los años de estudio había estado en la capital.... le contó de sus relaciones, en fin todo... mostró su alma en esas cartas.
Anabel por su parte aprendió el arte de comunicarse por escrito, por tanto tiempo ignorado por ella. Le contó a Gisela de sus novias... de Lena, que la había seducido cuando ambas eran unas adolescentes de apenas 17 años. Esa relación había sido la mas larga en la vida de Anabel, se había separado de Lena poco después de que ambas cumplieran 21 años.... Lena se había casado ante la presión ejercida por su familia para que concretara algo con su "eterno novio", un primo lejano que Lena mantenía a raya en lo sexual no cediendo ni un palmo, pero al que mantenía interesado para tapar la relación que la unía a Anabel. Por más que Anabel rogó, habló y trató de convencer a Lena de que no hiciera eso con el amor que se tenían, no lo logró. La pretensión de Lena era continuar la relación con Anabel aún después de casada, cosa a lo que Anabel no accedió. Era demasiado orgullosa como para compartir lo que consideraba suyo con otra persona.

Después vino Mara, la pelirroja Mara, fanática de las motos, al punto que se había apañado para conseguir un trabajo en un puesto de ventas de la marca "Honda", donde la cuidaban como el oro porque era la mejor vendedora que tenían. Por eso entonces Anabel estudiaba publicidad y se habían conocido en una fiesta del diario "Observador". Esa relación fue corta y muy intensa, terminó porque era imposible que dos mujeres tan diferentes continuaran por largo tiempo juntas... habían aprendido mucho la una de la otra, incluso Mara había cultivado su lado femenino durante los seis meses que salió con Anabel. Se separaron amigablemente, al comprender que por más apasionados que fueran los encuentros sexuales... en lo demás no había nada que las uniera. La última fue Estela.

Gisela leyó sobre todas esas mujeres que habían pasado por la vida de Anabel con una mezcla de celos y curiosidad... celos porque ellas también habían disfrutado del cuerpo de su amante, le habían conocido mejor, hasta habían tenido la oportunidad de compartir una cama con ella y no un encuentro a escondidas. Curiosidad porque las personas con las que una se relaciona dicen mucho de una misma... al parecer Anabel sentía atracción por lo opuesto a sí misma.

Después de muchos mails fue que Gisela se dio cuenta que Anabel jamás hablaba de su niñez.... le preguntó por eso, y Anabel se limitó a responder con evasivas. Finalmente le dijo que sus padres estaban viviendo en Estados Unidos, que se habían ido siendo ella una niña y jamás habían regresado, que ella fue criada por sus abuelos maternos y que esos eran los padres que ella reconocía. Gisela intuyó que no debía volver a hablar del tema familiar con Anabel.

Los tres meses pasaron.... y cuando Gisela escribió el siguiente mail "Querida Anabel: el viernes es el último día para pedir mi cambio a la capital. ¿Qué quieres que haga?", lo que recibió a la vuelta de correo fue solo una palabra con letras muy grades: "VEN". Se rió nerviosa al leer solo esa palabra, comprendiendo que por loco que fuera durante esos meses aquel escarceo apurado en el despacho de la Sra. Martínez se había convertido en amor... se habían conocido exactamente al revés de cómo debía ser, primero en el plano sexual y después en el personal... y para colmo a distancia... pero quería tomar el riesgo.

Hizo el trámite de pedido de traslado y luego habló con su tía, que tenía ciertas influencias en la capital. A mediados de Diciembre recibió la confirmación de su nuevo destino, una escuela en un barrio modesto de la capital... pero eso aseguraba su trabajo. Su tía le ofreció la casa, así que ya tenía la vivienda resuelta.

No le fue fácil conversar con su padre. El Dr. Muller era un hombre muy cerrado, tanto que nunca se sabía si estaba disgustado o contento. Gisela fue muy firme en sus palabras, le anunció que había pedido traslado a la capital, que se iría después de las fiestas, que ya tenía trabajo y que viviría con su tía. El hombre continuaba comiendo mientras su hija le comunicaba la novedad y al fin le dijo:

- Haz lo que quieras hija. No tengo derecho a pedirte que te quedes en este pueblo... pero no estoy dispuesto a abandonarlo.

- Bien papá.

- Le pediré a Enriqueta que te ayude con los preparativos del viaje. Me alegra que te quedes hasta fin de año.

El alemán no dijo mas nada. Gisela le escribió a Anabel anunciándole que llegaría el 3 de Enero a la capital, y que le gustaría mucho verla ese mismo día. Anabel arregló su agenda de modo tal de disponer de ese día libre, y prometió estar en la estación de autobuses cuando ella llegara.

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