martes, 15 de julio de 2008

Dos Mujeres - Parte Tres

La VESPA de Eugenia y el FIAT de Vanesa se cruzaron en una esquina cercana a la boutique. Eugenia saludó a Vanesa con la mano al reconocerla, y esta le respondió con una sonrisa y una inclinación de cabeza. Llegó a la boutique tan temprano que aún las chicas no abrían la puerta. Karla se asomó para ofrecerle un café, y Vanesa aprovechó la oportunidad.
- Karla... ¿hace cuanto esta abierta esa rotisería?
- ¿Cuál Vanesa?
- Esa donde trabaja la chica de la VESPA.
Karla miró a su jefa con curiosidad...¿cómo es que Vanesa sabía que Eugenia usaba una VESPA? Su jefa era bastante distraída para otras cosas que no fueran su boutique y sus diseños.
- Hace bastante tiempo jefa....creo que casi tanto como la boutique. Antes la atendía un señor, un italiano....él falleció y ahora son las hijas que están al frente.
- ¿Y dónde esta ese lugar? Nunca lo he visto.
- Como a seis calles de aquí Vanesa, pero no hacia la rambla...por eso no lo has visto, no queda de camino para ti. Y como vas a almorzar a tu casa, no creo que conozcas mucho de las casas de comida de aquí cerca.
- Ah, es verdad...avísame cuando llegue Omar. ¿Luzco desinteresada de la realidad a veces Karla?
- Claro, lo haré Vanesa. No, no lo creo...solo que a veces eres demasiado formal...y te olvidas del resto del mundo.
Vanesa entro a su despacho. Miró por la ventana...era otro día muy frío y muy gris. Suspiró...tenía deseos de irse...o de cambiar de vida, no sabía exactamente. A veces se sentía por fuera del mundo...mira que tener esa roticería hacía tanto tiempo tan cerca y ella sin tener idea. Cuando sucedían detalles como esos se ponía a pensar que tipo de vida estaba llevando, y si estaba perdiéndose de cosas en la vida. Unos golpecitos en la puerta la sacaron de sus pensamientos.
- Adelante.
Vio a Omar entrando al despacho, con su infaltable saco azul cruzado. Era un solterón de 45 años, buen mozote y con un terrible pánico a comprometerse. Se sentía feliz con su trabajo, sus amiguitas y su vida de juega.
- Vanesa...mira los sacrificios que hago por ti...hasta ser puntual. No le dejé a Karla avisarte así que no te molestes con ella.
- O sea que sigues fiel a tu estilo de entrar impetuosamente en escritorios ajenos bromeo Vanesa, recibiendo el beso de Omar en su mejilla. Era increíble como a pesar de los años que llevaban trabajando juntos, Omar nunca había captado la tendencia de Vanesa, e insistía en coquetear descaradamente con ella. La situación le divertía bastante, sobre todo porque él sabía el límite entre coqueteo y ponerse cargoso.
- Por supuesto...y de rescatar a bellas mujeres del aburrimiento. Apuesto que no has desayunado.
- Tomé un café....
- Eso no es desayuno mujer...vamos a algún lugar a comer algo mas sólido. Vi un barcito muy bonito a unas calles de aquí...caminar no nos vendrá mal, yo tengo que cuidar esta panza...es decir, combatirla para que no crezca.
- Tú no tiene panza...estas perfecto así dijo Vanesa aduladora, conocedora de lo mucho que le gustaban a Omar esos piropos.
- Gracias...es lo que necesitaba oír para levantar mi ánimo, que una diosa como tú me dijera que estoy en forma. Pero vamos, no voy a dejarte en este escritorio.
Vanesa siguió a Omar. Entraron al coqueto barcito...que Vanesa recorrió con la mirada. Ese lugar tenía aspecto de casa de comidas...había un aroma especial en el aire a tostadas recién preparadas, a café, pero también a salsas preparándose. Le hizo recordar la cocina de su abuela.
Eugenia casi da un respingo al ver a Omar y Vanesa sentarse en el pequeño salón de la rotisería.... ¿cómo era posible?....era la primera vez que la veía fuera de la boutique. Se puso el delantal verde que usaba cuando atendía en el salón y fue hasta la mesa que habían ocupado...vaya...como era lógico, estaba en compañía de un hombre guapo y probablemente muy exitoso en lo que quiera que hiciera. Y ella siempre tenía que estar con una facha terrible cuando Vanesa la veía...era cosa del destino.
- "¿Y tenías esperanza de que fuera gay?. Evidentemente...tú no aprendes mas Eugenia" se dijo a sí misma antes de acercarse a la pareja y preguntar:
- ¿Qué desean los señores?
- Café...y esas tostadas huelen bien...¿con qué vienen?
- Manteca y mermelada de durazno.
- Bueno, yo quiero eso...¿tú que tomas Vanesa?
Eugenia miró a Vanesa...los ojos verdes se encontraron con los castaños. Vanesa intuyó que Eugenia estaba apenada por algo....y de nuevo sintió esa ternura que había sentido el primer día en que la vio. La muchacha tenía un rostro muy expresivo...y unos hermosos, hermosísimos ojos verdes.
- ¿Tienes jugo de naranja?
- Claro, natural.
- Tráeme uno.
- Claro, en unos minutos.
Se fue detrás de la barra a preparar el pedido. Era extraño lo que sentía...se sentía desilusionada de Vanesa. Meneo la cabeza, sabía que era tonto sentirse de ese modo, sin embargo cuando le había visto por primera vez su "sensor gay" había sonado. Debía admitir que esta vez se había equivocado rotundamente. Quizás con la edad el sensor dejaba de ser tan bueno.
Con la habilidad que da la práctica en pocos minutos tuvo el pedido listo y lo depositó en la mesa. Omar recorrió el cuerpo de Eugenia con esa mirada que Vanesa conocía tan bien, y que le molestó mucho en esta ocasión, por eso cuando la muchacha se alejó comentó:
- Creo que es carne demasiado tierna para tus dientes Omar Camejo.
- Ah, mujer...a caballo viejo, pasto tierno.... ¿o intuyo un poco de celos en tu voz?...eso me haría feliz.
- Evidentemente si no hablamos de números, contigo no se puede hablar de ninguna otra cosa respondió Vanesa, mosqueada. Nunca comprendería por qué la mayoría de los hombres se sentían obligados a perseguir a cuanta mujer se les cruzara en el camino, como si de una cacería de la zorra se tratase. Y le molestaba que Omar pusiera los ojos en Eugenia.
- Princesa...no te enojes conmigo...mejor firma estas carpetas, que deben ser presentadas hoy...son las que ya revisaste ¿sí?
Vanesa firmó los papeles que Omar presentaba. Terminó su jugo de naranja y se puso en pie para regresar a la boutique.
- Caramba...cuanto apuro.
- Tengo que trabajar Mr. Playboy...hay gente que cumple un horario para vivir.
- Uyyy, que día tenemos hoy. Yo me tomaré otro café y luego me voy.
- Ajá...como tú quieras.
Regresó a la boutique caminando bajo la llovizna. Los hombres siempre serían una especie misteriosa para ella... tan obvios y tan infantiles. Apuró el paso para no mojarse demasiado, se sentía algo resfriada.
Eugenia tomó la nueva orden de Omar: otro café, este con un poco de leche. Espero a que terminara y se acercó cuando él la llamó para cobrar. Se sorprendió cuando él le preguntó:
- ¿Y a que hora sales?
- ¿Y por qué lo pregunta? respondió Eugenia, dándole el vuelto ya que Omar le había pago la consumición con un billete de alta denominación. Omar usó su sonrisa más encantadora para responder.
- Quizás porque me gustaría que fuéramos juntos a un lugar donde otra persona te sirviera a ti lo que desearas tomar.
Eugenia contuvo una risita...al menos este era original para abordarla. Mientras ponía las tazas en la bandeja y sin mirarle respondió.
- No creo que eso sea posible
- Uh, no me dirás que eres casada.
- No.
- Entonces con un novio celoso.
- No, nada de eso. Es que solo salgo con chicos de mi edad respondió Eugenia, alejándose rápidamente antes de que el hombre tuviera tiempo de replicar. Omar le sonrió desde lejos antes de irse, admitiendo que había sido una respuesta muy buena.
Eugenia sintió rabia...¿cómo se atrevía ese hombre a coquetear con ella estando con Vanesa?. ¿Qué no podía ver la estupenda mujer que tenía a su lado?. Caramba con ese tipo.

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