martes, 15 de julio de 2008

Dos Mujeres - Parte Dos

- Apúrate Eugenia, tenemos tres pedidos que entregar en la boutique....mira que estás lenta hoy chiquilla.
- ¿En qué quedamos Gladys?. Siempre me dices que no corra con la moto...y hoy has estado rezongando todo el día....ya cálmate dijo Eugenia, besando en la mejilla a su hermana mayor. A su pesar Gladys sonrió. Aunque tratara jamás podía estar mas de cinco minutos enojada con Eugenia...esa muchacha y la rotisería eran las mejores cosas que su padre pudo heredarle al morir.

Gladys y Eugenia no crecieron juntas. Gladys era 20 años mayor que Eugenia, y era hija del único matrimonio de Marco Scarone. La madre de Gladys había fallecido cuando ella era apenas una adolescente. Marco había sido un excelente padre, pero tan reservado...que cuando la madre de Eugenia murió y él se apareció en casa con la niña, que entonces tenía siete años fue toda una conmoción para Gladys estaba casada en ese entonces y no podía entender como su padre había ocultado la existencia de otra hija por mas de siete años. Marco Scarone nunca había dado mayores explicaciones, ni a Eugenia ni a Gladys sobre su comportamiento con ambas. No se había casado con la mamá de Eugenia a pesar de estar viudo cuando se conocieron, pero siempre se ocupó de sus deberes de padre y cuando la niña quedó sola los asumió plenamente llevándola con él a su casa.

El matrimonio de Gladys duró pocos años, y ella regresó a la casa paterna....convirtiéndose un poco en la hermana mayor y un poco en la mamá de Eugenia. Cuando Scarone falleció Eugenia apenas había cumplido 16 años...y se quedaron solas al frente de la rotisería que el italiano había abierto hacía tan poco tiempo. Entre las dos se ocuparon del negocio, llevándolo bastante bien para ser mujeres solas. Gladys y un empleado se ocupaban de la cocina, y Eugenia de repartir los pedidos al mediodía y luego de las compras y la limpieza. Formaban un buen equipo de trabajo, y Eugenia alternaba esta labor con sus clases en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad.

Las hermanas nunca supieron descifrar a su padre....sin embargo coincidían en que no había sido mal padre. Eugenia lo recordaba visitándola a diario en casa de su madre sobre la motoneta VESPA, esa misma que ella ahora usaba para hacer los repartos, y puntualmente todos los meses le dejaba a su madre una mas que generosa cantidad de dinero para sus gastos. A la pregunta de por qué no se habían casado no sabía responder. Con Gladys también había sido buen padre, muy reservado sí...pero siempre presto a escucharla, y a tratar de ayudar. Ambas coincidían que el mas perjudicado por sus silencios debió ser él mismo....pero que en el corazón de Scarone había una gran capacidad de amar solo que no sabía expresarla.

Ambas compartían la casa paterna, un caserón antiguo, que habían dividido de forma tal que ambas podía pasar días sin verse si se lo proponían...como el caserón tenía una puerta de entrada, pero dos enormes piezas al frente que daban al pasillo de esa puerta, habían creado como dos mini apartamentos con entrada independiente. Eso era ideal dado el carácter tan diferente que ambas tenían, Gladys era un calco de su padre, en tanto Eugenia era mas alegre, y de pronto estaba despierta hasta la madrugada creando un cuadro, o buscando material en Internet, reunida con amigos de la Escuela de Bellas Artes o simplemente soñando.

A la hora del trabajo ambas eran igualmente responsables. Mantener esa rotisería abierta era como un compromiso con su padre, que tanto se había esforzado por ser independiente y darles algo duradero a sus hijas. Eugenia acomodó las viandas en la caja de su moto, subió y fue hasta la boutique. Dio los tres timbrazos de rigor, que habían adoptado con las empleadas del lugar como contraseña. Marcela le abrió la puerta.

- Hola Eugenia.

- Disculpa la demora...es un día terrible hoy.

- No has demorado nada....hace poco que pedimos la comida.

- ¿Tres viandas, está bien esto?.

- Claro, una es para la jefa.

- ¿La diosa ha descendido a la tierra y se quedó a comer aquí? bromeó Eugenia. Nunca había logrado conocer a Vanesa Rey, a pesar de que la boutique llevaba tanto tiempo en ese lugar. Sería porque la mujer pasaba casi siempre en su despacho...o porque cuando ella iba a llevar los pedidos, Vanesa ya se había ido a su casa a comer. Lo cierto es que se moría de curiosidad por ver a la mujer que tan bien manejaba ese pequeño imperio de la moda y de la con tanta admiración hablaban las muchachas.

- Sí...¿quieres conocerla?...llévale el pedido....es en la puerta verde, al fondo de este pasillo a la derecha.

- Ah, mejor otro día dijo Eugenia. Traía una facha terrible....unos jeans gastados, zapatillas deportivas negras, y una campera polar gris....prendas que no le daban nada de gracia a su figura, pero muy aptas para repartir pedidos con la VESPA y no morir de frío.

- Anda, no seas cobarde....si no es hoy, ya nunca mas la verás.

Eugenia suspiró. Cuando menos se quitaría la curiosidad. Caminó decidida por el pasillo y dio unos tímidos golpes en la puerta verde.

- Adelante dijo Vanesa al sentir los golpecitos. Debía ser Marcela. Se sorprendió cuando en lugar de Marcela entró esa muchacha no muy alta, delgada, con el cabello pelirrojo natural (si algo le había enseñado esos años tratando con modelos era a saber cuando un tono de cabello era natural o producto de los químicos), unos inmensos ojos verdes y una vestimenta terrible....que a pesar de eso no lograba opacar una estupenda figura. Enarcó las cejas, interrogante, mientras se separaba un poco del escritorio.
Eugenia a su vez la miraba fascinada...Vanesa era tal como la había imaginado....es decir, mas hermosa...pero si tenía el porte levemente altivo y la mirada seria que le había atribuido. Se sintió como una niña pequeña al notar los ojos oscuros estudiándola y la mirada interrogante.
- Soy de la rotisería....¿dónde le dejo el pedido?.
- En la mesilla baja. Tenía razón Marcela...has venido bastante rápido.
- Es la consigna en nuestra rotisería...la gente que trabaja no puede perder su tiempo de almuerzo esperándonos.
- Buena táctica de trabajo respondió Vanesa poniéndose de pie y acercándose a Eugenia. Fue entonces que Eugenia pudo ver lo bien que le sentaba el traje corte sastre gris elefante y la blusa impecablemente blanca que Vanesa traía. La mirada se perdió por unos momentos en las bien formadas piernas de la diseñadora, para luego subir y encontrarse ambas miradas. Se puso nerviosa y dio unos pasos inseguros hacia atrás.
- Ya tengo que irme.
- Esta bien....dile a Marcela que te pague ¿sí?.
- Claro.
Eugenia cerró la puerta tras de sí y Vanesa sonrió por primera vez en ese día. No podía entender porque esa muchacha se había puesto tan nerviosa al verla...parecía una chiquilla bajo examen. Sintió una oleada de ternura...hacía mucho que nadie la enternecía.
Eugenia recorrió el pasillo algo aturdida....sentía que se había comportado como una tonta en presencia de Vanesa. Uff, sí, debía estar pensado que era una chiquilla sin ninguna gracia. Marcela y Karla la esperaban para dejarle salir.
- ¿Y?. ¿Cómo te impresionó la jefa?.
- Muy elegante...y muy seria.
- Traes una cara de susto...¿te dijo alguna cosa?.
- No, no...se portó muy amable.
- Vanesa siempre es muy amable...pero tan seria que impone respeto. Sin embargo tiene un corazón enorme. Cuando mi padre estuvo mal, ella me prestó una gran suma de dinero y me dejó devolverlo de a poco y sin cobrarme intereses. Es la mejor jefa que he tenido dijo Karla, para quién Vanesa estaba en el pedestal mas alto del mundo. Incluso era la única de los empleados de Vanesa que sabía de la homosexualidad de su jefa, y ocultaba celosamente el secreto...es mas...se había encargado de "tapar" cualquier cosa que pusiera en peligro el nombre de Vanesa., sobre todo en la época en que Mayté se había empeñado en ponerla en evidencia. Entre jefa y empleada se había dado una suerte de complicidad en la que cada una sabía que la otra sabía....pero nunca mencionaban ese tema.
- Pues es demasiado formal...y demasiado linda para ser tan formal. No le vendría nada mal relajarse un poco dijo Eugenia, recuperando su faceta bromista. Salió de la boutique apurada, aún tenía mas pedidos esperando en la rotisería y no quería oír regañar a Gladys.
En el resto del día apenas tuvo tiempo para pensar en Vanesa. Solo en la noche, ya tirada sobre su sofá favorito la imagen elegante de Vanesa se coló en los pensamientos de Eugenia. Vaya mujer.....con esa imagen entre seria y altiva se veía muy interesante. Pícara pensó si en la intimidad sería también tan seria y formal. Meneó la cabeza. Tanto tiempo de abstinencia le estaban poniendo a pensar en tonterías. Desde que terminara su relación con Ana no se había involucrado con nadie mas, y como no le gustaban las relaciones pasajeras, llevaba un largo tiempo de abstinencia. Todo ese tiempo había tratado de tener su tiempo muy ocupado entre la Escuela y la rotisería para no sentir la falta de compañera, y los fines de semana eran fáciles de llenar con salidas cuando se es tan amigable como Eugenia.
La historia con Ana comenzó cuando Eugenia cumplió 18 años...y finalizó cuando cumplió 21 años, y Ana decidió que lo suyo no era ser gay ya que deseaba tener hijos, y puso punto final a una relación de tres años para poder casarse con un ex novio...ya que estaba embarazada de él. Eugenia no pataleó ni le impidió irse....solo se sintió bastante lastimada de que Ana se hubiera estado acostando con su ex mientras aún eran ellas pareja. Aún ahora evitaba cruzarse con Ana, dado que después que se separaron la actitud de Ana para con ella era de una frialdad tal que la mujer parecía haber olvidado que alguna vez se amaron...que alguna vez moría por una llamada de Eugenia. No podía comprender como podía ella tratarla así, cuando en otras épocas habían hecho hasta locuras para poder estar juntas y a solas. Eugenia se sentía como un desliz en la vida de Ana, algo que debía ser oculto a toda costa y nunca le había gustado ocultarse. Al pasar el tiempo comprendió que eso era un problema de Ana y no suyo...y se sintió tranquila porque durante el tiempo que estuvieron juntas, ella puso todo de sí para hacer sentir a Ana bien. Claro que no podía luchar con las propias dudas de Ana, con sus deseos de ser madre...y con su cobardía para aceptarse a sí misma. Lo último que había oído es que Ana estaba a punto de poner punto final a su matrimonio y que pensaba regresar a casa de sus padres con su bebé de 14 meses.
Pensó en cual hubiera sido la actitud de Vanesa si esta hubiera sido gay....no, definitivamente, no creía que se hubiera comportado como Ana. Se veía muy segura de sí misma....de ser gay sería una gay asumida, cuidadosa de su reputación, pero muy asumida.
- Ya deja de pensar boberías Eugenia...¿cómo crees que una mujer como ella sea gay?. Vamos...debe tener mil tipos esperando por una mirada...y a unas cuantas tipas también. Mira que te pones tonta a veces se dijo a sí misma, mientras encendía la computadora para revisar su correo electrónico.

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