domingo, 27 de julio de 2008

La Maestra Rural - Tercera Parte

Al día siguiente pudo por fin conseguir la autorización para filmar en la escuela, pero tenía que ser en fin de semana, cuando los niños no concurrieran a clase. Eso significaba pagar más horas a la gente que debería trasladar, pero de todos modos la locación valía el gasto. Sacó su pasaje para esa misma tarde, estaba deseosa de volver a la ciudad. Metió la ropa en su bolso, pagó el hotel y fue al terminal de buses a esperar. Eran casi las cinco y media de la tarde, así que no se sorprendió al ver el ciclomotor de Gisela parando frente a ella, que estaba en una banca afuera de la agencia.
- ¿Ya te vas? - preguntó Gisela, después de quitarse el casco y hacer volar su rubia melena en un gesto que luego Anabel reconocería como típico de la muchacha.

- Sí, tengo el permiso... y no puedo quedarme mas, debo tener miles de cosas que hacer en mi escritorio. Regreso el próximo fin de semana a filmar, si me aprueban el presupuesto en la agencia para este mes.

- Felicitaciones... eres my eficiente.

- Digamos que siempre logro lo que me propongo.

- ¿Todo lo que te propones?

Ahí estaba de nuevo…. el coqueteo discreto, casi juguetón de Gisela. Anabel se quitó los anteojos para responder.

- Si Gisela, todo lo que me propongo.

- Una mujer de carácter ¿verdad?

- Algo, sí.

La conversación se estaba poniendo mas que interesante... justo como a Anabel le gustaba para comenzar a desplegar un poco de seducción, dar un pasito mas... pero el destino se pone caprichoso a veces y vio que su bus estaba llegando. Suspiró, Gisela siguió la mirada de la publicista y también suspiró.

- Ese es tu coche.

- Sí.

- Bueno... nos vemos el fin de semana...

Era más que una afirmación una pregunta. Anabel asintió.

- Claro que nos vemos. Me alojaré con mi equipo en el único hotel de este lugar así que no te será difícil ubicarme. Adiós y cuídate.

- También tú.

Anabel subió al autobús sin ganas... sentía que perder el rumbo que había tomado esa conversación era una verdadera pena. Llevaba mucho tiempo sin ejercer el arte de coquetear. Se reclinó en el asiento, mientras veía a Gisela alejarse en su ciclomotor.

- "Pero volveré a verte el fin de semana chica rubia... y buscaré el modo de continuar esta conversación."

Llevar todo el equipo y a los actores que harían el comercial fue la locura habitual. Llegar al hotel, registrarse, mandar al decorador a la escuela, ir y venir... era mucho mas de mediodía cuando Anabel pudo detenerse un minuto y ver a Gisela mirándola desde lejos. Le sonrió y la saludó con la mano, la rubia le respondió el saludo, pero ya no pudo hacer mucho más porque el trabajo la reclamaba.
Terminaron de filmar casi a las nueve de la noche. Totalmente agotada llegó al hotel, se baño, se puso un sweater tipo deportivo, jeans y zapatillas y cruzó la plaza hasta la fonda.... pensando en lo tonta que había sido al no pedirle a Gisela su número de teléfono.

Verla en la fonda le alegró mucho. Gisela se acercó a ella, sonriendo ampliamente. Estaba dispuesta a jugar alguna carta para seducir a Anabel... al fin que si nada ocurría, o si estaba equivocada con esa mujer, no pasaría a mayores el asunto... la publicista se iría del pueblo al día siguiente y probablemente no volvería a verla.

- Hola, pensé que trabajarías toda la noche.

- No, al fin terminamos... fue un día duro. ¿Estás trabajando?

- A decir verdad.... no, esperaba poder conversar contigo. Hasta he preparado una mesa.... es aquella, junto a la maceta.

Caramba, una chica decidida pensó Anabel. Tal como a ella le gustaría ser, pero jamás se atrevía. Sonrió, y el cansancio disminuyó como por arte de magia... sí, tenían que conversar... no podía equivocarse al suponer que Gisela coqueteaba con ella.... y sabía bien que inconscientemente había coqueteado con Gisela todo ese tiempo, sin poderlo evitar. Gisela traía una falda floreada en blanco sobre fondo azul y un sweater blanco. Fueron hasta la mesa, ubicada en un lugar bastante apartado de las demás mesas... casi le hacía recordar a los reservados de los restaurantes. La mesa tenía un mantel muy largo, hasta el piso y otro coqueto mantelito azul arriba. Se sentaron una frente a la otra y Anabel preguntó:

- ¿Y qué recomiendas?

- Oh, me tomé la libertad de ordenar por ti.

- ¿Y si no me gusta lo que ordenaste?

- No creo que eso pase.

- ¿Crees saberlo todo?

- No…. pero conozco la comida de mi pueblo.

Una respuesta sencilla, a Anabel le gustaban las respuestas sencillas y acertadas. Se miraron a los ojos. Anabel era consciente que tenía que jugar sus cartas ahora... si quería que algo sucediera con esa rubia, porque probablemente no regresaría más a ese pueblo. Y si algo había aprendido era a hacer lo que sentía, porque luego no había otra oportunidad. Le gustaba mucho esa muchacha, muchísimo. Vino un muchachito pecoso con la comida... tallarines con salsa de queso, pan, vino rosado... la boca de Anabel se hizo agua.

- Caramba, caramba.... esta es la cena ideal para después de un día como el que tuve hoy.

- Debo suponer entonces que te gustó mi elección.

- Claro que sí... esto se ve riquísimo.

Comenzaron a cenar y a conversar animadamente. Gisela le contó de sus años en la capital estudiando (salteo el episodio con Susana), de su interinato y luego su pedido de pase al pueblo. Anabel volvió a preguntar:

- ¿Y cómo se te ocurrió venir a este pueblo?.... no te veo en este lugar... te ves muy diferente, muy fuera de lugar aquí.

- Vine buscando escapar de una desilusión amorosa. En aquel momento pareció la mejor idea del mundo. Ahora siento que me muero aquí. Y para redondear tengo que soportar los requiebros de estos muchachitos tan.... de pueblo... uf, es demasiado.... y lo mas gracioso es que piensan que son los grandes seductores y no saben ni decirte un piropo.

Ambas rieron con ganas.

- ¿Qué tipo de hombres te gustan?

- Bueno.... estos seguro que no respondió Gisela evasiva. Anabel decidió que era hora de hacer algo mas atrevido, sino nada sucedería. Volvió a mirar el larguísimo mantel y puso en marcha su plan de seducción.

Se descalzó un pie, alargó la pierna y rozó ligeramente la rodilla de Gisela... quién pareció no darse cuenta, o directamente se hacía la tonta. Anabel acarició la pierna de la rubia muchacha con su pie, y entonces los ojos celestes de Gisela se clavaron en los suyos, después de dar una rápida inspección ocular de la fonda para chequear que nadie veía lo que sucedía debajo de esa mesa. Anabel estiró mas la pierna y su pie se perdió entre las piernas de Gisela, que suspiró excitada... Anabel tanteaba con el pie el calor de los muslos desnudos, la piel suave y se acercaba a su objetivo... hasta hincar la planta del pie en el sexo de Gisela, sintiendo la tela de los calzones, y lo que mas podía sentir era el calor que emanaba del sexo de Gisela.

- ¿Qué haces? Preguntó Gisela en tono bajo, asustada, divertida y excitada al mismo tiempo por lo loco de la situación... Anabel tocándola por debajo de la mesa en la fonda de la novia de su padre, aquello era algo totalmente fuera de los planes.

Anabel sonrió ladina, sin responder. Con el dedo gordo del pie consiguió abrirse paso entre los calzones y el sexo de Gisela... pudo sentir el pelo, y sobre todo la humedad que ya destilaba del mismo... comenzó a restregar su dedo gordo a lo largo del sexo de Gisela, masturbándola... mientras Gisela luchaba entre entregarse al placer y disimular al mismo tiempo.... agitada en un mar de contradicciones. Finalmente se corrió, Anabel lo supo por la forma en que se mordió los labios para evitar gemir. Gisela tardó unos minutos en recuperar la calma, tomó un poco de agua mineral y preguntó en tono bajo:

- Caramba... ¿no crees que deberías haber preguntado antes?

- ¿Debería haberlo hecho? ¿Te ha disgustado?

- No, claro que no... Pero estas loca ¿lo sabías?

- Tú me has puesto loca desde que te vi en la escuela por primera vez.... eres demasiado hermosa.

- ¿Y si no hubiera sido....ya sabes?

- No me hubieras dejado llegar tan lejos solo por curiosidad.... me gustan los riesgos... antes no, pero de un tiempo a esta parte aprendí que si no arriesgo no gano.

- Eres una atrevida dijo Gisela, en tono reprobatorio pero con una sonrisa que decía lo contrario. Anabel asintió... si le dijera a Gisela que era la primera vez que hacía algo tan osado, de seguro la rubia no iba a creerle.... claro que ese escarceo por abajo del mantel le había dejado ganas de mas... el problema era ¿dónde?... no podían ir al hotel, no en ese pueblo.

- Quiero verte pero a solas... ¿cómo podríamos?. Mañana tengo que ir a retirar algo de equipo de la escuela…. ¿hay algún lugar, ya sabes?.

Gisela pensó... el único lugar era en el despacho de la Sra. Martínez... claro que después recordó que por las mañanas su padre no estaba en casa... pero eso era aún mas arriesgado, no tenía ninguna explicación para llevar a Anabel a su casa.

- Cómo no sea en el despacho de la Sra. Martínez no hay otro lugar en este pueblo... donde podamos estar sin que alguien nos vea... ¿a qué hora irás?.

- Cómo las 10 de la mañana... doy las órdenes para que retiren el equipo y me "pierdo" dentro de la escuela... ¿crees que puedas ir?.

- Estoy segura de que voy a ir... creo que eso lo sabes ¿verdad?.

Sí, Anabel lo intuía... tenían que estar juntas, aunque fuera sólo una vez... esa atracción entre ellas era demasiado fuerte como para ignorarla.

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