Esta Historia tiene algo de similitud con nuestra historia.
Vanesa dejó los anteojos sobre la pila de papeles, que casi terminaba de revisar. Ya era hora de darle el visto bueno a Omar, su contador, para presentar ese papelerío a Impositiva, pero le gustaba revisar personalmente toda la documentación. No porque desconfiara de Omar, al que conocía desde hacía mas de 15 años...sino por su propia tranquilidad. Una de las cosas que Giancarlo le había enseñado era a no dejar nada sin supervisar...algo obsesivo quizás el consejo, pero muy útil para manejar un negocio floreciente como "Boutique Principessa". Recorrió con la punta de los dedos el rostro sonriente de Giancarlo desde la foto que les habían tomado en el día de su boda. Había sido un buen compañero, un excelente amigo...mucho mas de lo que la mayoría de las mujeres obtienen de sus esposos. Lo extrañaba aunque hacía ya ocho años que le había perdido.
Giró la cabeza de un lado al otro, le estaban doliendo ya los músculos del cuello. Sintió los golpecitos en la puerta.
- ¿Sí?
Marcela, una de las vendedoras de la boutique se asomó por el hueco de la puerta.
- Disculpa Vanesa, pero estamos por ordenar el almuerzo y como no has salidos pensamos que quizás quieras agregar algo al pedido.
- ¿Es recomendable ese lugar?
- Claro que sí, llevamos mucho tiempo comiendo allí con las muchachas.
- Entonces pídeme algo tú ¿quieres?...creo que mejor me quedo, es demasiado tarde para ir a casa, y estoy demasiado cansada para decidir que comer.
Marcela asintió y cerró la puerta. Generalmente Vanesa iba a casa a comer al mediodía, pero a esa hora ya le dio pereza manejar hasta su casa para regresar antes de dos horas. Fue hasta la ventana que dejaba ver la calle arbolada donde estaba ubicada la boutique...era invierno y estaba nublado. Suspiró. Tenía ganas de sol, de mar....en suma, ganas de ser feliz. Hacía mucho tiempo que no se sentía feliz...conforme sí, pero feliz no.
Pensó mucho en su vida...quizás la proximidad de su cumpleaños ayudaba a ponerla tan reflexiva. En un mes cumpliría 36 años. Para su edad se veía estupenda...el cabello rubio largo hasta la mitad de la espalda, caía lacio y bello...los ojos sorprendentemente eran castaños y con una mirada profunda...los labios bien dibujados, con un natural color rojizo...y se le formaban hoyuelos a ambos lados de las mejillas en las raras ocasiones en que sonreía. Su cuerpo no tenía nada que envidiar al de las modelos que contrataba cuando daba algún desfile en la boutique....es mas, Omar siempre opinaba que ella debería modelar alguna de sus propias creaciones, cosa que Vanesa tomaba a risa.
Había comenzado a trabajar en esa boutique a los 20 años, como costurera de taller, al tiempo que estudiaba Diseño de Ropa en
El corazón de Vanesa se había venido al piso. Pensó que quizás él estaba desconforme con su trabajo y la despediría. Pensó también que quizás le habían ido con rumores y por eso quería verla. Conoció a Giancarlo Maliano mas asustada que otra cosa, a pesar de que el aspecto del hombre no era para asustarse. En ese entonces Giancarlo tenía unos 45 años, porte elegante, cabello cano, usaba una barbita de candado, era delgado y los ojos grises no tenían nada de la frialdad que le habían dicho sus compañeras que tenía.
- Me han dicho que diseñas.
- Oh señor....sí, me recibí este año
- ¿Y por qué no me has dejado tu carpeta?. Me interesan los jóvenes diseñadores.
- Me dio mucha vergüenza.
- Quiero ver tu trabajo mañana dijo Giancarlo y se fue de la oficina.
Vanesa le siguió con la mirada, sorprendida. Era un hombre extraño. Recordó los varios rumores que corrían en el taller sobre él....desde que era un mujeriego sin remedio a que era un homosexual oculto. Fuera lo que fuera ella le consideraba un genial diseñador de ropa femenina. Al día siguiente llevó su carpeta y durante dos semanas no volvió a verla....hasta temió haber perdido todo su trabajo de dos años en
Se sorprendió cuando el propio Giancarlo vino hasta el taller a buscarla. Sus compañeras le miraban de un modo raro cuando el hombre se acercó y le dijo:
- Tenemos que hablar Srta. Rey.
Fueron hasta la oficina. Giancarlo tomó asiento luego de invitarla a sentarse. Se miraron mutuamente...la mirada gris del hombre contra la mirada castaña de Vanesa. Finalmente él se inclinó sobre el escritorio y preguntó:
- ¿Por qué tenías miedo de mostrarme un trabajo que considero mas que bueno?. Chiquilla....para avanzar en la vida tienes que aprender a ser atrevida y a valorarte. No te quiero más en el taller. Mañana te presentas en la boutique. Tenemos una colección de primavera que crear. Y que mejor que una diseñadora de apellido Rey para una boutique que se llama Principessa.
De ese modo Vanesa vio su vida cambiar por primera vez. Pasó al departamento creativo, trabajando junto a Giancarlo que hasta ahora había trabajado solo o tenido algún diseñador free lance para refrescar la línea. Pronto formaron un equipo perfecto...Giancarlo interpretaba cierto tipo de mujeres, Vanesa otros....la colección de primavera fue un éxito rotundo de ventas. También comenzaron a conocerse a nivel personal. Al estar siempre juntos Vanesa notó que las únicas llamadas de tipo personal que Giancarlo recibía eran de un hombre. Que esa persona parecía estar de viaje la mayor parte del tiempo, pero que Giancarlo se veía radiante cuando estaba en la ciudad.
Por su parte eso la hacía sentirse mas relajada respecto a su propia opción sexual. Desde que tenía 15 años había tomado conciencia que no le gustaban lo hombres. Como a los 18 tuvo su primera experiencia con una mujer, que aunque no había resultado gran cosa, le había confirmado sus sentimientos. Luego conoció a Micaela, que fue su novia durante un tiempo, con ella había conocido muchas cosas, hasta que la relación terminó. El saber a su jefe homosexual le hizo perder el constante temor a perder su trabajo por culpa de su opción sexual. Por eso no se sorprendió cuando una noche, casi a la madrugada y después de haber trabajado mucho Giancarlo le preguntó:
- ¿Eres gay, verdad?.
- Sí, Giancarlo, lo soy.
- Lo sospechaba.
- ¿Se me nota tanto?
- A decir verdad....no mujer, no se te nota nada.... pero un gay reconoce a otro. Y te he observado cuando seleccionamos modelos....por mas que disimules a veces tus ojitos se van detrás de las mas exuberantes, creo que tienes un problemilla con los bustos prominentes.
Se echaron a reír con muchas ganas. Vanesa sintió alivio de no tener ya que cuidarse tanto...pero al tiempo le sorprendía esa conversación. Giancarlo le alcanzó una taza de café y dijo:
- Tenemos que hablar Srta. Rey.
La vez anterior que Vanesa había oído esas palabras, su vida había cambiado.....no tenía idea de cuanto cambiaría esta vez su vida.
- Te escucho, Giancarlo.
- ¿Quieres casarte conmigo?
Vanesa pegó un respingo. La taza casi se le cae de las manos. Giancarlo sonrió, divertido. Hubiera podido elegir otro modo de encarar la conversación, pero quería lograr ese efecto....en el fondo, tenía alma de duende pícaro. No podía con ese aspecto de su personalidad. Le gustaba jugar, aunque la situación fuera gravísima.
- Vanesa, yo soy gay...lo he sido desde adolescente. Mi familia me rechazó, tuve que salir de mi pueblo, vine aquí....construí esta empresa haciendo lo que me gustaba, vestir a las mujeres...en mi momento alguien me ayudó a lograr mi sueño. Pero ahora estoy enfermo...muy enfermo. Y no quiero que mi familia, que me rechazó sin escucharme siquiera herede mi empresa. Y te tengo a ti....que trabajas mas que yo, que te has enamorado de Boutique Principessa....y quiero que la heredes. Y es la única forma en que puedo estar seguro al 100 % de que se cumplirá mi voluntad una vez que yo ya no esté.
- ¿Me estas diciendo que vas a morirte.....y lo único que te importa es heredarme tu empresa?.
- Esto es más que una empresa para mí. Es un símbolo....cuando me fui de casa mi padre me dijo que merecía morirme de hambre por ser gay. Luché mucho para lograr esto....y en su momento, ya te dije, recibí ayuda. Voy a morir sí....y no tengo miedo....he amado, viví bastante feliz a pesar de todo, también sufrí discriminación...pero no lograron que odiara lo que soy. Quiero que tú cuides de esto. Te lo mereces Vanesa...te he observado todo este tiempo. Te mereces esto y mas...permíteme ser yo quién te ayude.
- No puedo aceptar esto Giancarlo...es demasiado...morboso.
Giancarlo tuvo que insistir una semana con sus pedidos. A Vanesa le parecía terrible heredar esa boutique...pero también le parecía injusto que la familia de Giancarlo la heredara, después que él le fuera contando la forma en que su padre le había corrido de casa casi como a un perro sarnoso cuando supo que era gay, y cómo nunca más se habían ocupado de saber de él ni su padre ni sus hermanos. Solo su madre le hablaba a escondidas y quería saber de él, por eso cada mes Giancarlo le enviaba una generosa suma de dinero. Entre las condiciones del casamiento estaban que una vez que él faltara Vanesa tenía que continuar mandando ese dinero a la señora hasta que esta faltara.
Finalmente se casaron. Fue una de las bodas más lujosas que conociera la ciudad. Ambos se veían hermosos, talentosos.... e increíblemente unidos. En los años siguientes Giancarlo le enseño a Vanesa todo lo que sabía, y ella le acompañó en los viajes que él quiso realizar antes que la enfermedad le impidiera una vida normal. Dios quiso que Giancarlo muriera casi sin sufrir, antes que la enfermedad llegara a su final, por causa de un infarto...o quizás murió porque sintió que Vanesa estaba preparada para hacerse cargo, y él no quería decaer del todo.
La familia de Giancarlo se presentó casi de inmediato a pelear por la herencia. Encontrarse con una esposa legal fue una gran sorpresa para ellos, y trataron de quitarle sus derechos por todos los medios...sin lograrlo.
Después de quedar viuda Vanesa había conocido a Mayté....la morena Mayté, llegada de su España natal a formar carrera de modelo en la ciudad. Vanesa la contrató para un desfile...Mayté fue acercándose a ella, seduciéndola y pocos meses después estaban relacionadas sentimentalmente. Mayté era un monumento a la belleza femenina, con su piel tostada, sus enormes ojos color malva azulado, el cabello negro retinto que llegaba lacio hasta mas allá de la mitad de la espalda, los pechos prominentes, cintura estrecha, unas caderas mas que opulentas y unas piernas larguísimas y muy bien torneadas, que casi parecían hechas por un escultor. La voz de Mayté era baja, grave...envolvente...los primeros tres meses de la relación fueron de ensueño para Vanesa, que no podía creer que estuviera junto a una mujer que era la mas hermosa de cuantas conociera.
Pronto el sueño terminó. Mayté se reveló como una celosa obsesiva...cuando era ella quién no perdía oportunidad de coquetear con otras personas, fueran mujeres u hombres...dejando a Vanesa en un estado de inquietud permanente. También descubrió que Mayté tenía problemas con el alcohol, al punto de que en varias ocasiones tuvieron que retirarse de reuniones porque la española apenas podía mantenerse en pie. Lentamente las cosas cambiaron hasta llegar al punto en que Vanesa tenía miedo de las reacciones de Mayté....miedo de salir con ella y que tomara, miedo de reclamar aun sabiéndose engañada porque Mayté armaba unas pataletas como para que todo el edificio en que vivían se enteraran de la relación que las unía...no sabía como tratarla. Cuando la situación llegó al punto en que Mayté la abofeteo después de una fuerte discusión porque Vanesa le vio salir de un hotel con otra mujer, fue que la relación se derrumbó. Vanesa tomó al fin coraje para llamar a unas amigas de confianza, empaquetar todas las pertenencias de Mayté, mandarlas a un cuarto de hotel y cambiar la cerradura del apartamento. Luego le envió las llaves y la dirección del hotel a casa de la otra mujer con quién Mayté estaba saliendo.
Los siguientes tres meses fueron una tortura. Mayté le llamaba a toda hora, le enviaba cartas, e-mails, faxes...era una persecución en toda regla con actitudes que iban del ruego para que volvieran juntas a las amenazas de revelar a todo el mundo que Vanesa Rey era lesbiana...para lograr el mismo objetivo, volver con ella. Vanesa tuvo que tener mucho coraje para mantenerse cerrada como una piedra, hasta que al fin Mayté vio que eran inútiles sus presiones y regresó a España...dado que su otra amante tampoco resistió su especial y abusiva forma de relacionarse.
Habían pasado tres años desde que Mayté regresara a su país. Desde entonces Vanesa había sentido pánico de intentar otra relación. Había puesto toda una serie de vallas a su alrededor, de tal modo que era casi imposible que conociera a alguien. Pero la soledad comenzaba a pesarle....ya ni las muchísimas horas que le dedicaba a "Boutique Principessa" podían tapar ese vació en las manos y en la piel.
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