Cuando le quitaron el yeso Verónica tuvo que contener sus deseo de dar una rápida carrera dentro del cuarto de hospital...al fin era libre no solo del yeso, sino de los bastones. Sonia la miraba, con un gesto de dulzura que no podía esconder. Le dieron las gracias a los doctores y regresaron al apartamento. Apenas cerraron la puerta se abrazaron y Verónica dijo:
- Cuando me dijeron que eran seis semanas de yeso pense que serían las seis peores semanas de mi vida....sin poder caminar, sin salir a la calle...y a la postre resultaron las mejores que he vivido...Sonia Laurenti, te amo tanto...
- ¿Estas muy segura de eso? - preguntó Sonia, mientras acariciaba la nariz de Verónica con la suya, como si fueran esquimales...en esas semanas había descubierto que le encantaban esas caricias quizás un poco tontas....pero Verónica la incentivaba diciendo que le resultaban excitantes.
- Completa y absolutamente segura
- Entonces...¿estarías dispuesta a ser mi esposa?.
- ¿De que hablas exactamente, Laurenti?.
- Hablo de que no regreses a la pensión, sino que te quedes a vivir aquí...hablo de que ya no duermas en el cuarto de la computadora, sino que compartas mi habitación...mas bien que duermas en la que pretendo convertir en nuestra cama. Te ofrecería matrimonio legal si pudiera...pero como eso no existe te ofrezco lo poco que tengo...todo mi amor y mi profundo deseo de intentar una convivencia...¿te arriesgas?.
La respuesta de Verónica fue uno de esos dulces besos que hacían que Sonia sintiera que sus piernas se aflojaban y su corazón saltara desbocado en el pecho. Se miraron, acariciándose el rostro y el cabello...encantadas de haberse encontrado.
- ¿Tendré el honor de conocer tu habitación?.
Durante esas semanas había compartido la cama de la habitación pequeña...Sonia no había invitado a Verónica a su habitación, mas por descuido que por no desear que Verónica viera el cuarto.
- No sólo eso...te quedarás ahí para siempre porque pienso secuestrarte..y te advierto que no permitiré que te divorcies de mí jamás.
- Ay Sonia...cómo te amo...
- También yo...Ahora vamos a la pensión a traer todo lo que te quedó allá, así te instalas aquí...pero antes déjame ir hasta el cuarto a buscar un poco de dinero.
Le dio un beso ligero en los labios y entró a su habitación. Miró la cama de plaza y media...definitivamente, ese era el lugar que Verónica merecía en su apartamento y en su vida. Abrió el cajón de la mesita de noche y sacó el portaretratos con la foto de Adela y ella que durante tanto tiempo había estado sobre la mesita de noche...miró por última vez la foto, abrió la ventana del cuarto y tiró el portaretratos hacia abajo. Regresó a la sala con una radiante sonrisa en los labios y dijo:
- Vamos Verónica...ahora sí estoy lista para una nueva vida.
Hace 6 años
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