sábado, 26 de julio de 2008

La Maestra Rural - Segunda Parte

Gisela se fue directo a casa después de dejar a Anabel en el hotel. Tenía que corregir los deberes de los niños..eso le llevaba cuando menos tres horas. Después de eso conectaría un ratito a Internet... prepararía algo de material para darle a los niños y después chequearía su correo...mas por costumbre que por esperar que realmente Susana le escribiera....en los dos años que llevaba en el pueblo Susana apenas había tratado de mantener el contacto. Gisela se entristecía cada vez menos con esa actitud...los primeros tiempos había sentido que se moría por la frialdad con que Susana terminó la relación que mantenían...después se fue acostumbrando a no tenerla y ahora bueno...si sabía de ella se ponía contenta, pero ya no era una necesidad en su vida. Podía comprender que de por sí los romances entre mujeres son difíciles...y mas uno entre una chica de 22 años y una mujer de 34 años...y mucho mas si la mayor es la profesora de la menor. Durante un año había vivido su romance...Susana le había enseñado todos los secretos que pudieran saberse, era una amante incansable y muy imaginativa...enloquecida con la belleza de Gisela al punto de arriesgar su puesto en la Escuela de Magisterio por estar con la jovencita...pero cuando alguno de sus compañeros deslizó una leve insinuación sobre lo extraño de esa relación tan cercana con su alumna...bastó para que pusiera distancia de un modo tan abrupto que Gisela no pudo comprender en principio. No intentó acercarse a su profesora por orgullo. Además...estaban a mitad del año, no quería problemas en la Escuela. Termino ese año y se quedó otro año en la capital para practicar en una suplencia...mientras pedía un puesto en la escuela del pueblo donde había crecido. En ese ínterin mantuvo un corto romance con una de sus ex compañeras de Magisterio, que hacía práctica en la misma escuela que ella. Fue algo mas físico que romántico...se complementaban perfecto en la cama, eran un desastre fuera de las sabanas, jamás lograron ponerse de acuerdo en nada...así que cuando el nombramiento de Gisela para el interior salió de cierto modo fue como una liberación para ambas...ya que ninguna se atrevía a dar el corte a esa relación que evidentemente no funcionaba.
Los dos últimos años habían transcurrido en absoluta soledad para Gisela...en el más profundo sentido de la palabra soledad. En la capital las cosas eran diferentes para una chica con su opción sexual...tenía algunas amigas con quiénes conversar de todo, incluso de eso sin que la miraran con espanto...aquí en el pueblo si alguien sospechara sería como enfrentarse a la Santa Inquisición. Ni su padre, ni nadie en el pueblo aceptarían que la niña mimada de todos, la hija del doctor....fuera lesbiana. En ese pueblo aún se pensaba que por mas que Gisela fuera una maestra titulada...lo máximo que podía pasarle era encontrar un hombre que quisiera casarse con ella y tener unos cuantos niños. En los dos años que llevaba allí no había descubierto a otra con su mismo sentir...ni siquiera sospechaba de alguna....si existía (porque de seguro no era la única) estaba tan escondida que jamás podría descubrirla. Ese pueblo podía ser un paraíso por la tranquilidad y por la sencillez...pero Gisela comenzaba a sentir que siempre viviría un cuarto de su vida si se quedaba allí. Necesitaba algo más...sentirse atractiva, pero no atractiva para un hombre (que le sobraban los piropos y las insinuaciones de los solteros del pueblo cuando pasaba, al dicho de ellos "estaba buenaza")....sino sentirse atractiva para una mujer...sentir la mirada de deseo de otra chica posada en su cuerpo...por eso al ver la mirada de Anabel esa tarde en la escuela se había puesto algo nerviosa. Si su sentido de conquista no estaba atrofiado después de dos años en ese pueblo tan puritano...la mirada de la citadina era del tipo "cómo me gustas niña".

Y no estaba mal la publicista...la recordó con lujo de detalles. Recordó que Anabel usaba el cabello corto, pero muy cuidado, con alguna canita salpicada aquí y allá que le daban un cierto aire de señora si la veías de lejos y sin poner atención....ya de cerca la cara era juvenil, y los ojos le bailaban pícaros si sonreía. Usaba anteojos, con un armazón cuadrado pequeño que no empañaban la mirada profunda de los ojos castaños, sombreados por unas pestañas larguísimas que parecían aletear cuando cerraba los ojos...porque parpadeaba mucho, gesto típico de las personas que usan anteojos. La cara era redonda lo que hacía que se viera muy joven...la nariz pequeña, los labios no muy gruesos pero sí tan bien formados que parecían dibujados por un artista, de un tono rosa marrón porque no llevaba ni una gota de maquillaje. Las orejas eran pequeñas y bonitas. Los senos pequeños se notaban duros y bien formados bajo la blusa gris, y de las piernas no se podía ver mucho porque las ocultaban el pantalón negro de impecable corte que llevaba...no, definitivamente...no lucía nada mal la publicista. No era hermosa...pero tenía un "no se qué" que atrajo a Gisela nada mas verla.

Una pena no poder conocerla un poco más. Seguramente Anabel se iría espantada del pueblo una vez que lograra filmar su comercial...aquel ambiente podía desesperar a quién viviera en la ciudad, y mas a alguien con una actividad alocada como la publicidad. Si hasta a ella le estaba poniendo verde ese lugar.

Anabel perdió la mañana en la intendencia, y al fin le dijeron que regresara al día siguiente. Si la burocracia en a ciudad era enorme....no podía ser menor en un pueblo. Regresó pasado el mediodía al hotel, llamó a la agencia para reportarse con su jefe, se tiró un rato en la cama y quedó profundamente dormida.
Al despertar seguía muy cansada, de mal humor por haber perdido tanto tiempo durmiendo y hambrienta. Perdió una media hora en el baño tratando de no parecer una sombre y bajó a la recepción del hotel . Le preguntó al chico del hotel por un restaurante y el muchacho le indicó una coqueta fonda que se veía desde el hotel. Cruzó la calle...caramba, sentía el cansancio...llevaba mas de dos años sin vacaciones reales, solo algunos días libres de aquí y de allá...era un trabajo muy bien pago sí....pero le estaba pesando el casi no disponer de tiempo para vida privada.
Esa falta de tiempo había sido uno de los motivos de ruptura con Estela...u otro más, porque si lo pensaba fríamente esa relación con Estela nunca había sido buena. Las dos había puesto todo de sí...pero las incompatibilidades se notaban en todos los campos, desde las diferencias en el sentido de la palabra "fidelidad" que Anabel tomaba en sentido literal, mientras que Estela se consideraba fiel aunque sufriera innumerables "deslices" con cuanta mujer le diera oportunidad de tener sexo, e incluso en el sexual ya que Anabel jamás había terminado de sentirse cómoda con Estela, y en pocas oportunidades quedaba totalmente satisfecha. Así que después de intentarlo durante 15 meses, de discutir, reclamar, pelearse y reconciliarse, de común acuerdo se habían separado. No fue fácil para Anabel aceptar que por cuarta vez en su vida estaba sufriendo una ruptura de pareja.
Ahora llevaba mas de un año sola. El trabajo en la agencia había aumentado, y de a poco había dejado de ir al bar donde solía ir para no encontrarse con Estela...le dolía ver que su ex parecía un Don Juan con faldas, siempre en compañía de una mujer diferente. .no eran celos, sino tristeza por ver que no conocía casi nada a Estela.
- Hola...¿qué vas a comer?.
Levantó la vista del menú y vio a Gisela. Sonrió casi automáticamente...caramba, ver a esa rubia podía alegrarle el día a cualquiera.
- ¿También trabajas aquí?.
- No...solo estoy echando una mano...esta fonda es de la novia de mi papá.
- Ajá...¿y qué me recomiendas?.
- Los tallarines con pollo..y pan casero, Elsa amasa como los dioses...y vino clarete...es una cena como para reanimar a un muerto.
- ¿Quiere decirme que luzco demasiado cansada de modo sutil?. - preguntó Anabel en tono pícaro ante la forma de Gisela de recomendar el menú. Gisela se ruborizó (caramba, otro punto a su favor anotó Anabel mentalmente...hacía muchísimo que no veía a una mujer ponerse roja de vergüenza).
- No, no quise decir eso.
- Me siento medio muerta hoy..así que tráeme esa cena para levantar muertos, que creo que la apreciaré mucho.
Gisela trajo bastante rápido la comida...y Anabel tuvo que admitir que aquella comida de campo, con un sabor tan diferente al de la ciudad le encantó. El pan era muy suave, con un sabor de los que ya no encuentras. Comió tan rápido que se quedó abotargada...echó un poco la silla hacia atrás, somnolienta. Gisela se le acercó, divertida al verla así.
- ¿Quieres un postre?.
- Ay no, por favor...he comido como un tiburón...no tengo mas espacio...
- Es increíble que te mantengas delgada comiendo de ese modo...
- La culpa es de la comida de tu pueblo...es deliciosa. Además que en la ciudad no tengo tiempo para sentarme a disfrutar de una cena tan copiosa...y el almuerzo se reduce a unos sándwichs...así que no tengo problemas para cuidar mi peso.
- ¿No es una vida demasiado agitada?.
- Pues...probablemente lo sea...pero desde que tengo uso de razón he trabajado y vivido así...sería difícil acostumbrarme a otro ritmo. Creo que si viviera en este pueblo me volvería loca.
- Yo estuve en los dos lados...en el campo y en la ciudad.
- ¿Y qué prefieres?....bueno, es obvio...regresaste al pueblo.
- Regresé por tonta creo.
- ¿Cómo dices?.
- Bueno, regresé para superar una desilusión amorosa, no por amor al pueblo. Digamos que ahora que las heridas han sanado no sé si fue tan buena idea el pedir un puesto aquí.
- ¿Estas pensando en volver a la ciudad?.
- Quizás. Hablaré con mi tía, veré como están las posibilidades en la capital antes de pedir un traslado.
- Sabes, desde que te vi por primera vez me dije que era extraño que una muchacha como tú viviera en un lugar como éste...destacas demasiado.
- Soy el bicho raro del pueblo lo sé...la única rubia en no sé cuantos kilómetros la redonda, la única que ha ido a estudiar, que regresó con un título...aquí solo se considera el mandar a estudiar a los varones.
- Ojalá puedas encontrar ese puesto en la ciudad, creo que allá esta tu lugar. Bueno, regreso al hotel...creo que ya me estoy durmiendo. Nos vemos mañana quizás.
- No iré a otro lugar, te lo aseguro. - respondió Gisela...dándose cuenta que esta coqueteando discretamente con Anabel. Bueno, no había dicho nada grave....si Anabel no era lesbiana ni siquiera se daría cuenta de la frase.

Pero Anabel sí se dio cuenta de la frase. Conocía un poco de reglas de coqueteo entre mujeres, y extrañamente no se sorprendió por la frase de Gisela...desde que se vieran el día anterior sabía que algo había sucedido. Cuando menos existía atracción.

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