jueves, 17 de julio de 2008

Dos Mujeres - Parte Cinco

- No es posible que no aceptes, no acepto un no como repuesta.
- Y no es posible que pretendas que acepte respondió Vanesa, quitándose los anteojos para mirar a Fabiola. Llevaban siendo amigas mas de 10 años y algunas veces Fabiola parecía no conocerla en lo absoluto.
- Anda mujer...no seas cobarde. Te aseguro que es un lugar muy lindo....apto para que tú vayas.
- Estamos hablando de un lugar gay.
- Hablamos de un bar para mujeres...y al fin de cuentas es TU cumpleaños y tu ERES gay. ¿O quieres alquilar un fino club y hacer allí tu fiesta?. ¿Invitar a todas tus clientas?. Por favor Vanesa...creo que te estas acartonando demasiado de tanto hacer vestidos para las ricachonas de la ciudad. Además Miryam y Lourdes estarán en la ciudad...llevamos años sin verlas...anda, acepta...y si alguien nos ve, estábamos paseando a las turista será una excusa perfecta.
Vanesa comenzó a sonreír...la idea le atraía. No solía frecuentar lugares gay...pero cada tanto iba a uno, al mas discreto y pasaba un rato...tomando una copa, y viendo que no era la única lesbiana en la ciudad. Luego regresaba a casa. No le habían faltado oportunidades de regresar acompañada, pero las había rechazado...no se sentía bien con ese tipo de relaciones, ya las había probado y le dejaban una sensación extraña en el alma...como de mas vacío.
- Casi me convences....dame otra buena razón.
- Me hago cargo de la cuenta. dijo Fabiola, poniendo la mano con la palma hacia arriba sobre el escritorio de Vanesa, en un gesto que usaban cuando estaban haciendo juntas la Escuela de Diseño.
- Hecho dijo Vanesa, dando una palmada en la mano de Fabiola. Ambas se rieron. Fabiola era la versión femenina de Omar, saltando de una relación a otra, pero con pánico a comprometerse....Vanesa temía que el destino de su amiga fuera la soledad. Sin embargo por ahora ella era feliz, y lo mas importante...Fabiola lograba no lastimar a las personas que la rodeaban siendo brutalmente honesta antes de enredarse con una nueva mujer.
- Entonces el viernes a las 21 horas nos encontramos en el Café Arcoiris....y nos quedamos hasta que te agarres la borrachera de tu vida.
- No, porque tú eres capaz de violarme. Ahora no te enojes....pero tengo que trabajar.
- Me pide que no me enoje pero me corre...caramba con esta mujer. Me voy porque también tengo que trabajar....nos vemos. Y también tengo que invitar a todas nuestras amigas.
Fabiola salió del escritorio. Vanesa se puso los anteojos y pensó en Eugenia...fue raro, se le coló en los pensamientos. Que sonrisa más bonita tenía esa muchachita...y la forma de contar las cosas...tan sensible. Mordisqueo distraídamente el capuchón de la lapicera, tan ensimismada en sus pensamientos estaba que no sintió los golpes en la puerta de su despacho hasta que Marcela los repitió.
- Adelante.
- Vanesa...¿vas a comer en el despacho?.
Miró la hora...la conversación con Fabiola le había hecho perder noción del tiempo. Bajó a la realidad...se dijo que no tenía ganas de ir hasta su casa a comer. Y sí tenía ganas de ver a Eugenia...aunque viniera con esos jeans gastados que no la favorecían.
- Sí...pídeme algo en lo de esa muchacha.
- ¿Algo en especial?.
- Elige tú, tienes buen gusto.
Apenas Marcela salió del despacho fue hasta el pequeño baño que tenía junto al mismo, a cepillarse el cabello y retocarse el perfume. Mientras lo hacía se miraba al espejo y se sentía como una adolescente....pero era agradable sentirse así...hacía mucho, mucho tiempo que no se arreglaba para agradar a otra persona.
Cuando Eugenia vio que había tres pedidos de la boutique sintió que su corazón le daba un salto...tres pedidos significaba que Vanesa también estaba ahí. Por tercera vez se sintió apenada de su aspecto....traía unos pantalones tipo guerrillero verdes que le venían enormes, pero que había adoptado porque los bolsillos de las piernas le venían muy bien para guardar el dinero y una campera de cuero que había sido de su padre y también le venía enorme. En fin...se resignó a que Vanesa le viera otra vez con una facha espantosa. Dio los timbrazos de rigor, y Karla le abrió la puerta, exclamando al verla.
- Ay Eugenia...hoy sí que te has caído dentro de la ropa...
- Uy, también tú...Gladys fue la primera en regañarme hoy. Pero es muy cómodo para andar en la moto...y hoy hace un frío terrible...niñas, yo no puedo andar como ustedes con un trajecito sastre por la vida.
- Ok, ok...tienes razón...esto es lo mío, esto es de Marcela...eso se lo llevas a la jefa. Otra vez se ha quedado a trabajar aquí.
- ¿Te molesta?.
- No, para nada...yo le quiero mucho. No me gusta que trabaje tanto. Creo que se está olvidando de vivir...o que esta compensando con trabajo otras cosas.
- ¿Y por qué no se lo dices?.
- ¿Cómo crees?. Solo soy su empleada...no puedo decirle eso a ella.
- Claro. Iré a llevarle el pedido.
Los golpecitos hicieron que Vanesa se pusiera automáticamente de pie.
- Adelante.
Eugenia entró y cerró la puerta. Se quedaron viendo...Vanesa traía un conjunto de vestido y chaqueta en el mismo tono de azul, con zapatos de tacón alto....el vestido era mas corto que la falda de la otra vez, y dejaba ver sus piernas....piernas que Eugenia acarició con la mirada, antes de darse cuenta de lo que hacía. Vanesa notó esa mirada...no, no podía equivocarse...un gay reconoce a otro.
- ¿Dónde dejo el pedido?.
- En la mesilla...¿hace mucho frío hoy, verdad?.
- Si lo dices por mi ropa...no quiero otra crítica hoy...sé que me veo terrible, pero estoy muy cómoda para andar en la moto.
- Claro, imagino que sí....¿cómo vas con tus pinturas?.
- Muy bien. Ya tengo las obras requeridas...aunque me conozco...algo mas se me ocurrirá y terminaré con obras de más.
- Me gustaría ver tus cuadros. Quiero redecorar un poco la boutique. dijo Vanesa espontáneamente. Eugenia la miró, se miraron a los ojos...y ambas sintieron ese algo especial, el mismo calorcito en la boca del estómago que Eugenia venía sintiendo casi desde el primer día que la vio.
- Puedes venir a mi casa...es allí donde pinto...solo dime cuando.
- Esta semana esta complicada...solo podría ser hoy
- Dime la hora, hoy no tengo clases en Bellas Artes así que no tengo problemas.
- Como a las 20 hrs...es cuando quedo libre de aquí.
- Esta bien...en las tardes se queda Gladys en la rotisería...me parece bien.
- Nos vemos luego entonces.
- Claro.
Eugenia salió del despacho sintiéndose casi mareada. No entendía lo que sucedía. Por la forma en que el perfume de Vanesa se notaba, ella podía darse cuenta que la rubia lo había retocado antes que ella llegara...caramba, no quería equivocarse pero...sentía que esa mujer le estaba coqueteando.

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