lunes, 7 de julio de 2008

La Prima - Segunda Parte

Después de cuatro días, ese jueves temprano en la mañana Sonia estaba en el hospital para buscar a Verónica. Había conseguido unas muletas alquiladas, así que la muchacha podía desplazarse con cierta independencia. Fue un poco dificultoso entrar al apretado Volkswagen, pero con ingenio todo se puede.
- Escucha… diremos que somos primas ¿sí?...en tu pensión y en mi edificio...si no tienes inconvenientes.

- No, claro que no respondió Verónica aliviada que Sonia pensara en eso. No quería líos en la pensión, donde la dueña se llevaba la palma de oro a la mujer curiosa.

Pasaron por la pensión, donde Sonia se encargó de poner en bolsos ropa de Verónica. Tal como había acordado le dijeron a la mujer que Sonia era prima de Verónica y que debido al accidente se quedaría en su casa hasta que se recuperase. Lo mismo dijeron al llegar al edificio, donde Sonia le presentó al portero. Una vez en el apartamento Sonia instaló a Verónica en el cuarto pequeño donde tenía la computadora y los papeles de los casos, en la cama marinera que había comprado por las dudas. Verónica curioseo un poco los papeles de Sonia antes de preguntar:

- ¿En qué trabajas?

- Soy abogada.

- Ah, que bien. Yo hice preparatorio humanístico, pensaba dedicarme a las leyes.

- ¿Y qué pasó?

- No pudo ser...tuve unos problemas familiares, así que al fin me recibí de profesora de Inglés y durante mucho tiempo di clases en mi pueblo...cuando vine aquí estudie computación, solo para estar preparada por si alguna otra oportunidad de empleo surgía.

- Veo que eres una mujer inquieta...y si sabes de computación podrás echarme luego una mano con esta máquina que insiste en no obedecerme. En la heladera hay comida, cualquier cosa llamas al portero....ah, y aquí te dejo anotado mi celular....regresare como las siete de la tarde....espero que no te aburras mucho. En el living esta el televisor mas grande, hay unos videos....no sé, tú ves lo que haces.

- Está bien, no te preocupes...

- Bueno...nos vemos entonces al rato...ah, en la biblioteca del living hay una gran cantidad de libros, quizás encuentres algo interesante por allí....no sé, si te gusta leer digo...

- Me encanta leer, así que asaltaré tu biblioteca.

Sonia esbozó una sonrisa y salió del apartamento, apurada. Tenía un par de casos que atender en ese día. Verónica quedó sola en el departamento, descansó un rato y luego se decidió a ver la famosa biblioteca. Efectivamente había una enorme cantidad de libros atestando el mueble, que no era pequeño, y otros tantos prolijamente apilados en el suelo. Le llamó la atención ver "Los poemas de Bilitis" de Pierre Louys, y algunos libros de Cristina Peri Rossi, también algo de Paul Verlaine...tomo una novela de Peri Rossi, y regresó al cuarto pequeño dispuesta a disfrutar de la lectura.

Verónica era una lectora ávida, así que en poco tiempo terminó el libro, sorprendiéndose al encontrar tres relatos en el mismo alusivos al lesbianismo, en forma directa en dos de ellos y como referente en el tercer relato. Luego recordó que Cristina Peri Rossi era lesbiana...alguien se lo había dicho hace tiempo, pero hasta ese momento no había tenido oportunidad de conocer algo de su obra.

Volvió a sorprenderse cuando comenzó a leer a Pierre Louys...las alusiones al tema lésbico eran mas que evidentes. Fue en ese momento que empezó a pensar que Sonia tenía un interés muy marcado por el tema y que quizás podría ser lesbiana. Se quedó unos minutos pensando en ello, para luego desechar la idea...caramba, por tener dos libros referentes al tema no podía ya encasillarla como gay. Seguramente en muchas bibliotecas existían los mismos libros, porque más allá del particular interés de Verónica por la temática, debía reconocer que eran excelentes obras literarias.

Sonrió para sí misma...sí, claro que sería bonito que Sonia fuera lesbiana, porque quizás con un poco de astucia, y un poco de ejercicio del arte de la seducción podría hacer que se interesara en ella...era una mujer muy interesante, y había demostrado un gran sentido de la responsabilidad y muy buenos sentimientos al ayudarla del modo en que lo estaba haciendo. Pero también sería demasiada suerte, demasiada....

Sonia se quitó los anteojos y se restregó los ojos...llevaba tanto tiempo leyendo que ya comenzaban a molestarle...seguramente tendría que visitar pronto al oculista, evidentemente esos anteojos tenían algún problema.

- "Oh quizás el problema es que te estás poniendo viejita Sonia, y no quieres reconocerlo". - pensó, sonriendo para sus adentros. A veces se maravillaba de lo rápido que pasaba el tiempo. Estiró los brazos y giró la cabeza, para darle un poco de alivio a sus hombros. Miró el reloj que tenía sobre el escritorio...eran más de las siete de la tarde. Entonces recordó que tenía a Verónica en casa, y que seguramente debía estar hambrienta...rápidamente se puso de pie, tiró todo dentro de su maletín y salió del estudio...caramba, tendría que tener en mente que ahora no estaba sola en casa. Ahora la esperaba alguien...sonrió un poco irónicamente. Desde que compartiera la casa con Adela que nadie la esperaba....aunque a decir verdad, eran pocos los días que llegaba a casa y Adela ya estaba allí. La convivencia no fue buena idea en el caso de ellas dos...paulatinamente se fueron alejando la una de la otra, pero no por eso Sonia había dejado de creer en la convivencia...simplemente no habían tenido suerte con Adela, o quizás se había forzado a estar juntas, aún cuando se daban cuenta de las diferencias entre ellas.

Paró en la rosticería donde solía comprar su comida muchas veces en la semana...era una cocinera perezosa, y además un total desastre para lograr mantener el refrigerador con algo que cocinar. Llegó a casa casi a las ocho de la noche...la verdad es que su papel como cuidadora estaba quedando por los suelos. Entró al apartamento y la extraño el silencio...a esa hora esperaba que Verónica estuviera viendo televisión. Dejó los paquetes en la cocina y fue hasta el cuarto pequeño. Verónica dormía, con un libro sobre el pecho, el cabello desparramado sobre la almohada, las piernas cubiertas por una frazada. Le tocó la mejilla para comprobar que no se hubiese enfriado...no, estaba tibia...y también muy suave, deslizó una suave caricia antes de ir a la cocina a preparar los platos. Trozó el pollo al spiedo, puso una porción de ensalada con una porción de pollo en cada plato, sirvió la gaseosa en sendos vasos. Regresó al cuarto pequeño, abrió la mesa plegable que tenía para poner en la terraza y trajo la cena. Luego movió suavemente el hombro de Verónica, que despertó sobresaltada.

- Hora de cenar...un poco tarde, lo siento...

- Hola...buenas noches...

- Vamos a cenar, que debes estar muerta de hambre. Prometo tratar de regresar más temprano, pero me dejo envolver con el trabajo.

- No te preocupes Sonia... - respondió Verónica, mientras se ponía de pie, ayudándose con las muletas. Después de practicar en el día había logrado una cierta pericia en su uso, y transportarse fácilmente. Se sentó frente a Sonia, y al ver el plato se dio cuenta que tenía hambre. Comenzó a comer con una cierta avidez que hizo sonreír a Sonia. Cuando se dio cuenta que había dejado el plato limpio cuando Sonia recién estaba por la mitad del suyo, se puso algo colorada.

- Creo que sí tenía hambre y no me había dado cuenta.

- Ya te sirvo más...creo que me he descuidado, no te he dejado casi nada en la heladera. El sábado iremos al supermercado y llenamos la heladera.

Verónica sonrió levemente, estar haciendo ese tipo de plan con Sonia era extraño...esa forma de hablar le hacía sentir como si estuvieran casadas. Miraba comer a Sonia, con calma y hasta con una cierta elegancia. De pronto sus miradas se cruzaron y Sonia le sonrió. El comer acompañada era algo que llevaba mucho tiempo sin hacer.

- Te traigo más...

- No...

- Vamos mujer...que yo también tengo hambre.

- Bueno… entonces sí...

Sonia sirvió unas porciones más pequeñas, y trajo la botella de gaseosa al cuarto. Esta vez disfrutaron más del sabor de la comida, y Sonia buscó conversación.

- ¿Y cuantos años tienes?

- 28...bueno, cumplo 29 en dos meses....

- Luces mucho mas joven, pensé que tenías poco más de 20 años... ¿cómo haces?

- Quizás el crecer junto al mar te hace parecer mas joven...aunque tú no puedes ser mucho mayor que yo.

- ¿Eso piensas?, ¿Cuántos años crees que tengo?

- Unos 30...un poquito mas quizás...

- Cumplí 34 hace dos semanas...ya estoy viejita… tanto que debo usar lentes para leer.

- Ah, pero tú no digas que estas viejita...di que te gusta usar lentes porque te dan aire intelectual.

La ocurrencia de Verónica hizo que Sonia soltara una risita. No era la primera vez que Verónica daba muestras de su buen humor...incluso inmediatamente después del accidente le había hecho sonreír con el comentario sobre su nombre y el ser actriz.

- ¿Y qué hiciste en el día?...espero que no te hayas aburrido mucho.

- No, no me aburrí...estuve leyendo una novela de Peri Rossi, y ahora estaba con el libro de poemas de Louys, que me parece muy interesante.

- Te gusta mucho leer entonces, hay gente que critica mis gustos literarios.

- Sí, me gusta leer, aunque bueno...no tengo mucho dinero para invertir en libros, pero cerca de la pensión hay una biblioteca pública, y saco libros de allí...lo malo es que no tienen una gran abundancia de temas Cuando me toca ir por el Centro a repartir correspondencia voy a la Biblioteca Nacional, me hice socia poco después de llegar a la capital...allá hay mas abundancia de material, lo malo es que te dan poco tiempo para leerlos, y con el trabajo...pues a veces es difícil tener tiempo.

- Es verdad...también se me complica leer cuando estoy atorada con los casos. Sin embargo es un placer al que trato de no renunciar, además...no puedo con la condición, si estoy cerca de una librería es como el canto de las sirenas, tengo que entrar...y si entro termino comprando algo. Me alegra que alguien mas que yo aprecie esos libros, deben sentirse muy solos en los anaqueles.

- Pues con el tiempo que estaré aquí podré hacer buen uso de tus libros.

- Y recuerda que tendrás que echarme una mano con la famosa computadora.

- Claro que lo recuerdo, solo tienes que decirme en qué cosa.

- Pues ve prendiendo la máquina...mientras yo llevo los platos a la cocina...digo, si te sientes bien...

- Claro que estoy bien...es un poco molesto este yeso, pero hoy no me ha dolido...de todas maneras antes de acostarme tomaré un calmante, por las dudas...

- Me parece buena idea....espera, te arrimo una silla.

Verónica se instaló frente a la computadora de Sonia, mientras esta llevaba los platos a la cocina, y plegaba la mesa par dejarla de nuevo en la terraza. Encendió la máquina...vaya, era un AK 6, buena máquina....los programas cargaron velozmente, así que cuando Sonia estuvo sentada a su lado y a estaba listo para ser usado.

- Tú dirás...

- Primero que nada miremos el Outlook...no corrige los errores de ortografía como se supone debería hacerlo.

En pocos minutos Verónica resolvió el tema...el diccionario estaba mal indicado. Después le hizo una firma digital para todos los correos salientes, y le creo carpetas para los entrados. En poco menos de una hora todo el tema de correo electrónico estaba reparado y ordenado. Sonia estaba sorprendida.

- Eres muy buena en esto....

- No tanto, solo me gusta mucho.

- ¿No has buscado empleo para hacer este tipo de trabajo?.

- Algunas veces hago algo en la mensajería....en la noche, me lo pagan como extra, cuando hay mucha entrada de correspondencia, también les he hecho algunas planillas para manejo de gastos.

- ¿Y no les has pedido para estar en la oficina, en lugar de arriesgarte en la calle?. Es peligroso...

- Sí, sobre todo cuando una esta cerca de los VW - dijo Verónica muy seria, riendo de inmediato al ver la cara azorada de Sonia - estoy bromeando mujer. Sucede que económicamente me es más redituable la entrega de correspondencia que estar dentro por un sueldo fijo mensual. Por eso prefiero seguir en la calle en el día, y hacer alguna cosa en las noches si lo necesitan pero con pago aparte.

- Aja, comprendo - respondió Sonia. Debía resultar difícil para una chica como Verónica estar totalmente sola en la ciudad. Vio que Verónica bostezaba tratando de disimular, así que se dijo que era hora de terminar la faena por ese día.

- Me voy a dormir, creo que ambas estamos cansadas. Te traje agua para tomar el calmante...si me necesitas me llamas

- Gracias, pero puedo levantarme...de todos modos, te llamaré si es necesario.

Sonia se fue a su cuarto. Estaba mas tranquila de tener a Verónica en casa...si era como estaba demostrando, no sería una molestia tenerla allí, ni un problema a futuro. Se quitó la ropa con cuidado, como siempre, y se metió en la cama de plaza y media, realmente cansada...había sido un día demasiado largo. Pero definitivamente...tener a Verónica en casa al regresar le daba otra sabor al regreso.

No hay comentarios: