Con casi 50 años (envidiablemente bien conservados), de belleza singular e inigualable, la actriz de aspecto frágil, pero que ha hecho de las suyas en cuanto a romances se refiere, suma dos matrimonios y una larga lista de affaires. Ella misma asegura que fue sólo con su actual marido y padre de sus hijos, el exitoso productor David E. Kelley, que encontró el equilibrio que necesitaba.
Si bien ha declarado que de niña era ahombrada y poco atractiva, siempre la más alta y huesuda de la clase, ya en cuarto grado sus compañeros comenzaron a fijarse en ella.
Siempre rebelde. De adolescente se convirtió en la típica rubia californiana alocada que practicaba surf, fumaba marihuana y salía con todos los surfistas de Huntington Beach.
También era inestable. Cambiaba de trabajo, estudios y novios como quien cambia de ropa interior. Fue mientras se desempeñaba como cajera en un supermercado y se desenvolvía en una secta vegetariana, que la alejó de su familia y amigos, que decidió darle un vuelco a su vida: convertirse en actriz.
Comenzó a asistir a clases de interpretación en Beverly Hills Playhouse y fue ahí que uno de sus compañeros comenzó a rodearla sin descanso. Era el hippie actor Peter Horton (Gary en la serie televisiva “Thirtysomething") quien, además de convencerla de que dejara la secta, la estimuló para que tomara su carrera de actriz en serio.
Esta actitud protectora de Horton cautivó a la rubia y rápidamente empezaron a salir. Dos años más tarde, en 1981, se casaron.
Cuando la actriz se hizo conocida y le comenzaron a llover proyectos y entrevistas, su matrimonio comenzó a deteriorarse, sobre todo porque dicen que Horton era muy dominante y siempre quería manejar tanto su carrera como su vida.
Un año más tarde Michelle abandonó a su marido y consiguió el divorcio en 1989. Fue entonces que volvió a sentirse tan libre como en sus mejores años de adolescente surfista y sus romances fueron sucediéndose uno tras otro. Pero esta vez con conocidas estrellas del celuloide.
Mantuvo una breve relación con Michael Keaton, antes de que éste se convirtiera en Batman y ella en Gatubela. Tras filmar en 1988 “Conexión tequila”, se la vinculó sentimentalmente con su compañero de escenas, Mel Gibson, pero la actriz lo negó tajantemente. Como también desconoció su amorío con Val Kilmer.
Aunque uno de sus affaires más comentados se dio lugar ese mismo año, luego de rodar "Amistades Peligrosas" (rol que le valió su primera nominación a un Oscar), con John Malkovich, casado y quien terminaría divorciándose de su mujer.
Pero tan rápido como este fogoso romance comenzó, llegó a su fin y Michelle raudamente se involucró con otro actor: el poco agraciado Fisher Stevens (“Héroe por accidente”), a quien conoció en el Festival Anual de Shakespeare. “Fisher no es el típico hombre buen mozo, pero lo adoro”, explicó la actriz. “Fisher la hacía reír, no llorar como otros hombres”, fue lo que una vez comentó el mismo padre de
Esta relación terminó en 1992 cuando Michelle se vistió de la malvada y provocativa Gatubela en "Batman Vuelve" junto a su “ex” Michael Keaton, lo que, dicen, habría provocados los celos de Fisher y el quiebre de la relación.
Nuevamente sola y con 44 años Michelle se decidió por adoptar una niña. En medio del burocrático proceso de espera tuvo una cita a ciegas con el productor de TV David E. Kelley, creador de “Chicago Hope” y “Ally Mc Beal”. Pero a ciegas a medias, ya que se dice que ambos son algo tímidos por lo que prefirieron conocerse jugando bowling y acompañados de un grupo de amigos.
Kelley quedaría extasiado con la belleza y simpatía de la actriz y a la semana siguiente la habría invitado a ver “Drácula” de Francis Ford Coppola. Así, siguió cortejándola hasta que finalmente la conquistó.
Una vez establecida la relación, la actriz le comentó sobre el proceso de adopción y a David le pareció una excelente idea. En noviembre de 1993 celebraron tanto el bautizo de su morena hija adoptiva, Claudia Rose, como el matrimonio de la feliz pareja. “Escogí al hombre perfecto. En la vida se trata de tomar buenas decisiones. A veces no tomé buenas decisiones (rememorando la seguidilla de romances que tuvo), pero ahora escogí muy bien”, ha comentado Michelle sobre su marido.
Un año después la familia siguió aumentado con la llegada de su primer hijo biológico, John Henry Kelley, por lo que la actriz comenzó a rechazar papeles que la alejaran de sus retoños. “Durante años, tuve la sensación de una vida desequilibrada. Cuando formé una familia todo se transformó. Cuidar de mi carrera y de mi gente es un gran desafío pero hasta ahora me ha resultado, y soy feliz", dijo la actriz en una entrevista.
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