domingo, 10 de agosto de 2008

DULCE AMANTE - FINAL

Erica se quedó un poco envarada... el cabello de Analía era muy suave, y rozaba su mejilla. Estiró la mano y le acarició la mejilla, un poquito emocionada. No es que no lo hubiera notado antes... que era una linda chica... al menos para ella, aunque otras personas la consideraran mas bien común y hasta un poco flacucha. Y al lado de Erica con su tipo italiano, de caderas anchas, senos grandes, piel color oliva, inmensos ojos verdes y cabello renegrido parecía aún mas frágil.... solo que ahora Erica se sentía invadida por otro tipo de sentimiento. Esa calidez dentro del pecho la asustaba... ya la había sentido antes... por quién fuera su pareja tanto tiempo. Carraspeo y dijo:
- ¿Por qué no traes mas cerveza?.

- Claro... ya la traigo.

Analía caminó hasta la cocina, pasando frente a Erica. Si la mirabas de cerca no era tan flacucha... tenía unos senos pequeños pero muy bien formados, redonditos... y la cola se elevaba desafiante debajo de la falda estampada. Tenía un modo de caminar especial... como si flotara. Erica sintió que si algún día Analía quisiera irse a vivir a otro lugar la extrañaría demasiado... le encantaba llegar a casa y encontrarla, el aroma de los sahumerios que ella solía encender, hasta le había enseñado a apreciar otros tipos de música... le gustaba el modo en que Analía se preocupaba por ella sin asfixiarla y la hacía sentir cuidada. Las miradas de ambas se cruzaron cuando Analía regresaba de la cocina... por unos minutos se miraron profundamente... sintiéndose las dos muy extrañas. Analía volvió a sentarse junto a Erica y apoyar confiadamente la cabeza en el hombro de Erica.

- ¿Estas un poquito borracha o con sueño?.

- Ninguna de las dos cosas... me gusta estar así. Me siento tan bien a tu lado.... creo que hacía mucho tiempo que no me sentía así, tranquila, en paz... sin que nadie me alterara.

Erica se estaba poniendo demasiado nerviosa. Fue en ese momento que sonó el timbre salvador. Erica se puso en pie y abrió la puerta. Se sorprendió mucho al ver a Hope en el umbral... tanto que por unos segundos dejó la boca abierta y la otra mujer le dijo:

- Bueno, cierra ya la boca, que te entrara una mosca.

Automáticamente cerró la boca y besó la mejilla de quién por tantos años fuera su pareja. Ese era un gran secreto en su vida. Cuando se fue a Buenos Aires no fue por trabajo... fue porque cuando visitaba a su tía Aurelia había conocido a Hope. Y en cada visita se había acrecentado el interés de la una por la otra... hasta que Erica no pudo mas estar lejos de Hope y se fue a vivir a Buenos Aires, con ella. Durante varios años estuvieron juntas, hasta que Hope comenzó a comportarse de modo muy extraño, surgieron las peleas y la convivencia se volvió intolerable. Hope decidió entonces irse a Francia por una temporada, ya que era una renombrada fotógrafa y podía desempeñar su oficio donde quiera que fuese. Y Erica se quedó sola en Buenos Aires, bastante confundida... y decidió regresar a Montevideo.

- ¿Cómo supiste que vivía aquí?.

- Pregunté en la agencia... trabajábamos las dos allá, así que me dieron tus datos en esta ciudad. Estoy de paso por unos días y decidí visitarte...

Hope detuvo su conversación al ver a Analía en el sillón. Miró de nuevo a Erica, sintiendo celos... en el fondo esperaba que Erica estuviera sola aún.

- Vaya... ¿no me presentas?.

- Claro... pasa.... Analía, ella es Hope.... trabajamos juntas en Buenos Aires. Analía esta viviendo aquí, compartimos el apartamento.

Hope estrechó fríamente la mano que Analía le tendió. Había viajado a Montevideo con la esperanza de poder pasarse una noche con Erica antes de regresar a Europa. Sin embargo la presencia de esa chica cambiaba sus esquemas.

Analía, ajena a ese hecho, se dirigió a la cocina diciendo:

- Espera que traigo un vaso así tomas cerveza con nosotras.

Ni bien Analía entró a la cocina Hope intentó besar a Erica en la boca. Erica apartó los labios, por lo que Hope solo logró rozar su mejilla.

- Ah... ya veo... ¿nueva compañía en tu vida?.

Como la voz de Hope no era precisamente discreta, Analía llegó a oír esa frase, así que discretamente se acercó a la puerta de la cocina para oír lo que ambas mujeres hablaban. La repuesta de Erica fue contundente.

- No es mi mujer, Analía solo esta viviendo aquí.

- Vamos Erica... te conozco algo... ¿solo compartes la casa con una chica sin tener otra relación?.

- Creo que no me conoces para nada... ni aunque hayamos sido pareja por seis años me conoces...

- Hmmm.. déjame besarte y te diré si te conozco.

- Creo que es mejor que te vayas Hope... yo ya no quiero vivir una historia contigo. La historia que tuvimos fue buena, pero se terminó... no arruines un buen recuerdo con esta actitud....

Mientras Erica continuaba hablando, Analía se recostó a la pared... ahora comprendía porque Erica era tan poco comunicativa sobre su vida en Buenos Aires... cerró los ojos... porque ella tampoco había sido totalmente sincera con Erica sobre las cosas que habían ocurrido en esos ocho años que no se habían visto. Había omitido su historia con Magdalena... a Magdalena la había conocido inmediatamente después que a Carlos. Magdalena era una madrileña espléndida, de casi cuarenta años, que había venido por unos meses al laboratorio desde la casa central.... alegre, siempre riendo, seductora... tan seductora que casi sin darse cuenta Analía se había visto involucrada con ella. Los encuentros habían sido muy tímidos por su parte, y Magdalena parecía mas interesada en prodigarle ternura que en el sexo en sí, aunque era mil veces mejor amante que Raúl. Cuando Magdalena volvió a Madrid Analía tenía tanto pánico al fantasma de la homosexualidad, que de inmediato se metió con Antonio.

Si lo pensaba bien ninguna de sus experiencias con hombres habían sido tan gratificantes como su cortísima relación con Magdalena. Raúl la había desvirgado tan torpemente que la había hecho sentir un objeto y en cada encuentro se limitaba a arremeterla con ímpetu con su miembro, pensando que rudeza era símbolo de virilidad, por lo que Analía se limitaba a esperar que él terminara. Preguntándose que le veían de atractivo al sexo sus compañeras de la Escuela de Diseño en esas bestiales embestidas. Carlos la trataba como una reina es cierto...pero se sentía como una santa intocable a su lado.... hasta los besos eran fríos. Magdalena desarrollaba en ella un sentido sensual tal, que con solo rozarla le provocaba miles de sensaciones. Con Antonio... bueno, los problemas sexuales de Antonio eran la causa de sus feroces celos... se sabía incapaz de satisfacer a una mujer a diario, aunque podía ser casi aceptable cuando lograba tener una relación completa.

Estaba así, recostada a la pared pensando en todas esas cosas con los ojos cerrados, sintiéndose muy extraña cuando Erica entró a la cocina. Abrió los ojos y se encontró con los inmensos ojos verdes.

- Hope se fue, así que no es necesario que traigas otro vaso.

- Ajá... disculpa la tardanza...

- ¿Te sucede algo?.... tienes una expresión muy extraña...

- No, no... nada...

- ¿Oíste lo que estaba hablando con Hope?.

- Bueno... no fue muy discreta ella...

- ¿Y qué piensas de mí después de saber.... bueno...

- No pienso nada.

- No es posible que no pienses nada... ¿no te doy asco?.

- ¿Por qué habrías de darme asco?.

- Por ser gay.

- Si vamos a ese caso también yo lo soy... también supe de las caricias de otra mujer... no me atrevía a contártelo porque fue algo muy fugaz en mi vida... aunque fue la mejor experiencia que he tenido... ninguno de los hombres que estuvieron en mi vida se preocuparon tanto por mi placer como se preocupaba ella.

- Eres rara ¿eh Analía? - murmuró Erica, acercándose un poco y los senos de ambas se rozaron. Se miraron directo a los ojos... se dio el chispazo entre ambas. La nariz de Erica rozó la nariz de Analía al bajar esta la cabeza para juntar las frentes en un gesto de ternura, mientras las manos de Analía apartaron el cabello del rostro de Erica. El silencio estaba lleno de palabras que no había necesidad de decir... sus miradas y sus gestos lo estaban diciendo todo en un lenguaje universal. Se rozaron los labios apenas, suavemente. Erica inicia el beso, suave, atrapando los labios de Analía con los suyos, acercándose un poco más para acentuar el roce de los senos. El segundo beso fue más profundo, ambas se buscaron los labios con avidez, devorándose, suspirando... cuando las lenguas se encontraron ambas sintieron el llamado del sexo, los genitales humedecerse... se separaron, ruborizadas, sintiendo mucho calor.

- Vaya - murmuró Analía, sin saber muy bien qué decir. Se llevó una mano al pecho para descubrir que sus pezones estaban durísimos y súper sensibles.... implorando ser acariciados. Instintivamente alargó la mano para tocar los senos de Erica, solo para constatar que se notaban tan excitados como los suyos. Los ojos de Erica habían tomado un tono verde oscuro que no había visto nunca antes. Las manos de Erica fueron hacia su remera, tirando de ella hacia arriba hasta dejar a Analía solo con el sostén y la falda puestos. Analía por su parte se demoró en desabotonar la blusa blanca de su amiga, estaba nerviosa... y excitada. Libero el cuerpo de Erica de la prisión de la blusa, para ver esos senos grandes apenas cubiertos por un sugerente sostén azul oscuro de encaje. Se admiraron mutuamente por unos segundos antes de darse otro beso apasionadísimo esta vez, enredando las lenguas mientras las manos actuaban por sí solas, liberando cada una a la otra del sostén, quedando ambas con los senos al aire... los pezones seguían rozándose, ahora libre de la interferencia de las prendas, libres, poniéndose aún mas erectos si cabía esa posibilidad. Lo que siguió fue una meticulosa recorrida por parte de Erica del cuello, espacio entre los senos y pezones de Analía con su lengua, saboreando cada hueco con deliberada lentitud mientras la respiración de su compañera se entrecortaba y el pecho se agitaba por causa de la excitación que Erica le estaba provocando.

- Creo que mejor seguimos en otro lado...

- Sí... lo creo...

Fueron al dormitorio, donde se deleitaron desnudándose mutuamente, mientras se miraban, disfrutando cada una de la visión del cuerpo de la otra, recorriéndose con la punta de los dedos, sintiendo la textura de la piel... viéndose en total desnudez, sin poder ocultar ni las imperfecciones ni las cosas hermosas que cada una tenía. Erica jugueteo con el vello del sexo de Analía, abundante y con un tono caoba claro. Analía vio el pequeño triangulo de vello negro y el resto del sexo totalmente depilado de su amiga, que rozó con sus dedos superficialmente logrando arrancar un suspiro prolongado.

- ¿Te gusta?.

- Sí...me gusta lo suave que tienes la piel...

- ¿Quieres que te rasure? - pregunto Erica con los ojos brillantes... con ese brillo de deseo que se contagia. Analía asintió sin decir palabra. Erica fue hasta el baño mientras Analía se sentaba en la cama. Erica regresó con espuma, una maquinilla de afeitar, unas pequeñas tijeras, un recipiente con agua tibia y una toalla. Colocó la toalla debajo de trasero de Analía y procedió a recortar el vello color caoba, luego humedeció el área genital de la muchacha con el agua tibia, extendió abundante espuma de afeitar y empezó afeitando las ingles, intercalando la tarea con suaves besos en el interior de los muslos. Al final de la tarea solo le quedó a Analía un triangulo de vello igual al que Erica lucía. La lavó luego con cuidado, demorándose especialmente en la zona cercana al clítoris. Apartó luego todos los implementos lejos de la cama, hizo que Analía se tendiera en el lecho, se besaron nuevamente y procedió a bajar directamente al sexo, pasando una y otra vez la lengua sobre la hendidura, atrapando los labios vaginales de Analía con su boca, succionando y chupando con dulzura y firmeza, introduciendo después su lengua en el interior de la vagina, que a esas alturas expelía abundantes líquidos, mientras Analía movía las caderas y gemía quedamente. Erica se paró sobre el inflamado clítoris y lo atrapó con sus labios, mamándolo con dulzura. Introdujo luego dos dedos en la vagina de Analía, deslizándolos en el interior con asombrosa facilidad, ayudada por la abundante cantidad de líquidos que fluían de la vagina de la muchacha, así que Erica metió otro dedo y comenzó a penetrarla dulcemente con la mano, provocando en Analía un orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza y la dejó jadeando. A pesar de eso Analía quería satisfacer a Erica, así que a pesar del cansancio restregó su cuerpo contra el de ella, indicándole que quería continuar, así que Erica se colocó invertida sobre Analía, dejándole su sexo sobre la cara. Mientras Erica devoraba de nuevo el sexo de Analía con avidez, Analía se entretenía contemplando la vagina de Erica, rosada, abierta de par en par, con brillantes líquidos manando y el abultado clítoris mas que notorio dejando en evidencia lo inocultable, la tremenda excitación que su compañera sentía. Analía acercó tímidamente su boca a su vulva y lamió los jugos del interior, embriagándose del olor a hembra caliente que se desprendía, así que abrió la boca con la intención de proporcionarle todo el placer del que fuera capaz. Introdujo su lengua en el interior de la vagina, forzando la entrada, penetrándola... quería meterse dentro de Erica, conducirla hasta la entrega total... sintió como Erica se entregaba a ella, sintió la tensión que precedía al orgasmo, siguió trabajando dentro de Erica hasta sentir el orgasmo de la morocha en su lengua, mientras el suyo propio la invadía, se aferró a las nalgas de Erica. Ambas abandonaron la labor y Erica se dejó caer sobre Analía para descansar, sintiendo ambas una dulce laxitud, unas ganas de no abandonar jamás esa cama, de quedarse para siempre así, sin otra ocupación más que darse placer. Analía sentía el peso de Erica sobre ella... el peso de su dulce amante.

Un poco recuperada, Erica se dio vuelta para refugiarse en los brazos de Analía, estrechándose en un abrazo para luego quedar ambas profundamente dormidas.

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